Por Christopher Masterjohn
Traducido por Verónica Belli
- Mis desórdenes de ansiedad se agravaron seriamente al adoptar una dieta vegetariana. Fueron resueltos al incluir en mi dieta alimentos de origen animal densos en nutrientes.
- Además de mi experiencia personal, muestro ocho estudios de los cuales siete comprobaron que los vegetarianos son más susceptibles a experimentar desórdenes mentales que sus contrapartes no-vegetarianos.
- Las dietas vegetarianas pueden llevar a una serie de deficiencias nutricionales que contribuyen con la aparición de desórdenes mentales.
- La vitamina B12, el folato, la metionina y la glicina apoyan la adecuada regulación del proceso bioquímico denominado metilación, que a su vez regula al neurotransmisor dopamina. La metilación contribuye al equilibrio entre la estabilidad mental y la flexibilidad mental, necesaria para la salud mental óptima.
- Los nutrientes necesarios para regular la metilación se encuentran en abundancia en la carne, los huesos, la piel y los órganos como el hígado. Su consumo disminuye nuestra susceptibilidad a los trastornos mentales.
- El consumo de alimentos de origen vegetal densos en nutrientes también es importante.
Cuando recapitulo etapas anteriores de mi vida vienen a mí los recuerdos de mi constante lucha con la ansiedad. En mi historia nada resalta más que el alivio que sentí gracias al poder sanador de los alimentos densos en nutrientes como la carne, los huesos, los órganos y la piel. En mi adolescencia tardía me hice vegetariano pensando que así cuidaba del medio ambiente, de los animales, e incluso de mi propia salud. Seis meses después me hice vegano–excluí por completo los productos de origen animal de mi dieta. Sin embargo, en lugar de que mi salud mejore, desarrollé problemas digestivos y un marcado letargo, mi salud dental decayó por completo y se agravaron los problemas de ansiedad con que lidiaba por años.
Luego de un año y medio, empecé a incluir poco a poco alimentos de origen animal en mi dieta, como huevos, leche y eventualmente pescado. Nada parecía ayudar. Dos años después empecé a notar una necesidad casi incontrolable de comer carne roja y al llegar las celebraciones de navidad comí carne sin limitarme en lo absoluto. No dejé de comer carne roja en los días siguientes y en tan sólo dos semanas cesaron por completo los ataques de pánico en los que desde hace un tiempo caía con regularidad. Aun así seguía teniendo los episodios de fobias y los trastornos obsesivo-compulsivos que ya padecía antes de adoptar una dieta vegetariana. Unos meses después conocería el trabajo de Weston A. Price.
Empecé a incorporar alimentos de origen animal densos en nutrientes como el aceite de hígado de bacalao y a consumir otros órganos, a tomar caldos de huesos, y a incluir la piel de los animales en mi dieta. Hacía todo pensando en curar mis caries; sin embargo no sólo detuve el avance de mis caries sino que en pocos meses el resto de mis desórdenes de ansiedad habían desaparecido. Entonces comprendí que acababa de empezar una re-evolución en la salud de mi cuerpo, y por tanto de mi mente.
El vegetarianismo y los trastornos mentales
Para entender por qué declaro que los alimentos de origen animal han curado mis trastornos de ansiedad al ser más densos en nutrientes que los del reino vegetal, podríamos empezar por investigar si esto me ha pasado sólo a mí o si es que otras personas también manifiestan trastornos “mentales” luego de haber eliminado los alimentos de origen animal de sus dietas. Sé de siete estudios anteriores al 2012 cuyo objetivo fue responder a esta pregunta. Cuatro encontraron que los vegetarianos eran más propensos que los no-vegetarianos a tener trastornos alimenticios,1,2,3,4 dos encontraron que los vegetarianos eran más propensos a tener depresión que los no-vegetarianos,5,6 uno encontró que los vegetarianos tenían menor autoestima y mayores índices de ansiedad,3 y uno encontró que los vegetarianos tenían mayor incidencia de haber contemplado o intentado el suicidio.1
Sin embargo, uno de los estudios, llevado a cabo entre los Adventistas del Séptimo Día, señala haber encontrado que los vegetarianos dentro de dicho grupo religioso manifestaron una menor incidencia de emociones negativas.7 A pesar de que el vegetarianismo no es un requisito obligatorio en el adventismo, sí es un grupo que aboga por adoptar una dieta sin animales. Es difícil comparar este estudio a los otros ya que estamos hablando de un grupo religioso donde todos–incluyendo los vegetarianos–tienen prácticas, y probablemente parámetros, distintos que los de la mayoría según las enseñanzas y guías de su religión. Sin importar la razón específica de este resultado en particular, siete de los ocho estudios en cuestión encontraron que los vegetarianos tienen mayores probabilidades de experimentar desórdenes mentales.
Cabe mencionar que todos los estudios en cuestión tienen varias limitaciones: se basan en afirmaciones personales de la presencia de trastornos mentales y no en el diagnóstico de un profesional; se llevaron a cabo en poblaciones limitadas, en muchos casos en adolescentes, uno en mujeres jóvenes, y uno en un grupo particular de adventistas del séptimo día; en ningún caso se consideró la correspondencia de los participantes con las características sociodemográficas–es bien sabido que aquellas difieren de la población general para los grupos vegetarianos–y ninguno de los estudios determinó si los sujetos desarrollaron trastornos mentales antes o después de haber optado por una dieta vegetariana.
Un estudio publicado en 2012 atendió cada una de estas limitaciones.8 El estudio incluyó alrededor de cuatro mil personas encuestadas usando la evaluación “German National Health Interview and Examination Survey and its Mental Health Supplement”, que refleja el estado de la población alemana en general en vez de sólo a un subgrupo específico. En este caso, en lugar de basarse en el testimonio de cada persona, psicólogos clínicos y médicos evaluaron la presencia de trastornos mentales a través de una entrevista diagnóstica. Además, los investigadores tomaron en consideración características socio-demográficas como la edad, el nivel educativo, el sexo, el estado marital, y el tamaño de la comunidad (se comprobó la importancia de tener dichas consideraciones dado que los vegetarianos fueron siempre jóvenes, con niveles altos de educación, en su mayoría mujeres, en su mayoría solteros y en su mayoría urbanos). Finalmente, los investigadores evaluaron si aquellos con trastornos mentales habían adoptado la dieta vegetariana antes o después del inicio de su trastorno mental.
En comparación con los omnívoros de iguales características sociodemográficas, los vegetarianos tenían más del doble de probabilidades de contraer depresión, más de 2.5 veces las probabilidades de sufrir de un desorden de ansiedad, y alrededor de 4 veces las probabilidades de sufrir de un trastorno alimenticio. Podríamos interpretar esta información en tres formas: el vegetarianismo podría contribuir al desarrollo de desórdenes de ansiedad; un desorden mental pre-existente podría aumentar las probabilidades de que alguien opte por el vegetarianismo o, un factor desconocido podría predisponer a alguien a convertirse en vegetariano al mismo tiempo que a desarrollar un desorden mental. Por ejemplo, el perfeccionismo no es un desorden mental y podría ser beneficioso en algunos contextos, pero es un rasgo que puede contribuir con desórdenes de ansiedad si se sale de nuestras manos, y es común que el perfeccionismo de una persona la lleve al vegetarianismo bajo la creencia de que está “perfeccionando su dieta”.
Sin embargo, estas interpretaciones no son mutuamente excluyentes; alguien puede tener mayores probabilidades de convertirse en vegetariano debido a un rasgo psicológico en particular, pero luego el vegetarianismo podría inducir deficiencias nutricionales que interactúan con ese rasgo psicológico para juntos producir un trastorno. En el estudio alemán en cuestión, la mitad de los vegetarianos con trastornos alimenticios, dos tercios de las personas con depresión, y alrededor de 90 por ciento de aquellos con desórdenes de ansiedad, habían desarrollado su trastorno mental antes de optar por una dieta vegetariana. Esto indica que en la gran mayoría de casos el vegetarianismo no es lo que desencadenó sus trastornos mentales. Aun así, como se muestra en la Figura 1, para muchas de las personas evaluadas el vegetarianismo podría haber incrementado sus probabilidades de ser diagnosticadas con un trastorno mental dado que los déficits nutricionales dan cabida a que se magnifiquen y manifiesten los rasgos psicológicos pre-existentes que las hacen propensas. En mi caso personal, el vegetarianismo no desencadenó mis desórdenes de ansiedad sino que los agravó seriamente, y los curé al incluir cantidades abundantes de alimentos densos en nutrientes de origen animal en mi dieta.
Debemos tener en mente que los ocho estudios mencionados examinaron la relación entre el vegetarianismo y los desórdenes mentales bajo un diseño observacional y por tanto incapaces de determinar causa y efecto, lo cual requeriría de un diseño experimental. Aun así es razonable sugerir la posibilidad de que se haya encontrado a siete de ocho estudios señalando que los vegetarianos tienen mayores probabilidades de sufrir de trastornos mentales debido a que los alimentos densos en nutrientes de origen animal son necesarios para la salud mental óptima.
Fomentar la metilación
Una persona puede aumentar sus probabilidades de desarrollar muchos desequilibrios y deficiencias en una dieta sin alimentos densos en nutrientes de origen animal: algunas personas pueden llegar a ser deficientes en colesterol cuando no son capaces de fabricar suficiente por sí mismos; algunos goitrógenos de las plantas, los cuales requieren vitamina B12 y aminoácidos sulfurosos para ser expulsados, podrían contribuir a generar problemas con la tiroides; también es común desarrollar deficiencias de la vitamina B6, de los ácidos grasos de cadena larga omega 6 y omega 3, de zinc y de las vitaminas liposolubles A, D y K2. En este artículo nos centraremos en el rol que cumplen la vitamina B12, los aminoácidos sulfurosos y la glicina para propiciar la metilación. La metilación es fundamental para la salud mental.
Si consideramos las consecuencias neurológicas y cognitivas de la deficiencia severa de vitamina B12 podemos ver lo importantes que son dichos nutrientes–así como el mismo proceso de metilación–en la salud mental. La deficiencia severa de vitamina B12 implica la degeneración del sistema nervioso, la pérdida de sensibilidad comenzando en los dedos y avanzando a pies y manos, la rigidez y espasmos musculares involuntarios, las complicaciones en el andar, y los trastornos mentales que van desde leves cambios en la personalidad y pérdida de memoria hasta psicosis y delirio ocasional. A pesar de que no comprendemos del todo los mecanismos exactos por los cuales la deficiencia de vitamina B12 causa estos problemas, se sabe que el rol principal de la vitamina B12 en nuestros cuerpo es fomentar el proceso de metilación, y la interrupción de dicho proceso es ciertamente parte importante del cuadro.
La metilación es un término complicado cuyo significado es simplemente la adición de un átomo de carbono con una pequeña selección de átomos de hidrógeno (en un “grupo metilo”) a una amplia variedad de moléculas. Requerimos de la metilación para sintetizar muchos compuestos, como la creatina, y para la regulación de muchos otros, como la dopamina. Siendo así, la metilación es crítica en un amplio rango de procesos biológicos, incluyendo la formación y reparación de tejidos, la comunicación celular y la multiplicación del cáncer. Entre las muchas moléculas que dependen de la metilación para su producción o regulación, la creatina y la dopamina son críticas para la salud mental. En este artículo nos enfocaremos en la dopamina.
Dopamina tónica y dopamina fásica
Para empezar a explorar la relación entre la metilación, la dopamina y la salud mental, primero debemos entender la diferencia entre la liberación tónica y fásica de la dopamina.10 Como mostramos en la Figura 2, la dopamina tónica es la pequeña cantidad de dopamina que se presenta de manera permanente en nuestro cerebro. Es como un cuerpo de agua estable, y es importante para la estabilidad mental. La dopamina fásica es como una ola que emerge, haciendo aparición tan sólo en fracciones de segundo, y es importante para la flexibilidad mental. La metilación regula la dopamina tónica, mientras que nuestros cerebros tienen otras maneras de regular la dopamina fásica.
Sin embargo, como se muestra en la Figura 3, nuestros cerebros miden el tamaño de la “ola” de dopamina fásica en comparación al nivel estable de dopamina tónica. Niveles altos de dopamina tónica hacen que la “ola” de dopamina fásica se vea muy pequeña, y nuestros cerebros reaccionan de acuerdo a eso. De esta manera, como se muestra en la Figura 4, la metilación regula el balance entre la estabilidad mental y la flexibilidad mental: mucha metilación favorecerá mucha flexibilidad mientras que niveles insuficientes de metilación favorecerán mucha estabilidad. El nivel de metilación justo para nosotros nos dará balance entre ambos estados. Es así que nuestra meta no es incrementar la metilación o disminuir la metilación, sino dar a nuestros cerebros los materiales “en bruto” que necesitan para regular el proceso de manera adecuada.
Estabilidad mental y flexibilidad mental
Hay dos analogías que pueden ayudarnos a entender la necesidad de balance entre la estabilidad y la flexibilidad mental. Sobre la estabilidad, podríamos imaginar a un ceramista que hace flexible a la arcilla humedeciéndola antes de intentar hacer algo con ella. Con muy poca humedad la arcilla será quebradiza: está muy seca como para moldearla adecuadamente e intentar moldearla usando la fuerza simplemente hará que se quiebre, logrando protuberancias marcadas y rugosas. Mucha humedad hará que sea fácil de manipular pero no mantendrá ninguna forma que le demos. La cantidad adecuada de humedad hará a la arcilla lo suficientemente maleable como para moldearla en algo útil y hermoso al mismo tiempo que suficientemente estable como para mantener la forma que le demos.
De manera similar, una cantidad de metilación menor a la necesaria puede conducirnos a estados mentales “quebradizos”. Estos estados son firmes, sin embargo cuando cambian la transición es brusca y sin advertencia. Esta fragilidad puede hacernos alcanzar situaciones peligrosas. Por ejemplo, normalmente cuando nos enojamos el proceso es lo suficientemente gradual como para que nos demos cuenta lo que nos está pasando y nos frenemos de hacer algo que ponga nuestra vida en peligro, o alguien tal vez pueda darse cuenta lo que nos está pasando e intervenir para aminorar la situación. Sin embargo, si la condición de nuestra salud mental es muy frágil, podemos actuar violentamente de manera abrupta sin dar oportunidad a nosotros mismos o a alguien a nuestro alrededor de notar lo que está pasando e intervenir para aminorarlo. Por otro lado, mucha metilación puede hacer de nuestras mentes unos charcos de arcilla líquida: fáciles de desboronar y difícil de moldear en algo estable, útil y hermoso.
En una segunda analogía, podríamos considerar a nuestras conciencias como una red a través de la cual miles de pensamientos viajan todos los días. Estos pensamientos podrían ser sobre necesidades e instintos biológicos básicos como la comida, el sexo y el sueño; podrían ser sobre la multitud de labores con las que necesitamos cumplir, o podrían ser pensamientos sobre todo lo que nos motiva. Para alcanzar la salud mental, nuestra red de conciencia necesita tener suficiente flexibilidad como para que podamos manipular cada pensamiento a medida que llega a nosotros, siendo capaces de decidir si dejamos que se vaya o si queremos que permanezca. Sin embargo, al mismo tiempo esta red necesita estabilidad para sostener tanto como sea necesario los pensamientos útiles y positivos que aparecen. Sin flexibilidad nos aferramos a todo lo que se nos presenta sin discriminación. Sin estabilidad no podemos aferrarnos a nada en absoluto. Con un balance apropiado nos hacemos maestros de nuestros pensamientos y dejamos de ser sus presas.
Evidencia de estudios genéticos apoya el rol de la metilación en el mantenimiento de este balance. Algunos de nosotros tenemos una tasa alta o baja de metilación de la dopamina por razones genéticas. Para aquellos que metilan dopamina en tasas bajas, las imágenes desagradables estimulan los centros de emoción del cerebro de manera dramática.11 Estas personas al mismo tiempo son mucho más propensas a invertir energía en la actividad cognitiva cuando son expuestas a imágenes emocionalmente sobreestimulantes, y mientras más energía invierten en la actividad cognitiva entonces hay menos probabilidades de tengan algún sobresalto evidente.11 Esto sugiere que la metilación baja contribuye a una estabilidad mental excesiva. Las imágenes desagradables se quedan “pegadas” en la mente de las personas en lugar de que pasen a través de ellas sin sobresaltos, entonces la persona debe invertir mucha energía mental en finalmente poder desterrarlas.
Dado que ser presa de tus propios pensamientos es un problema central en trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, algunos investigadores han sugerido que aquellos con tasas bajas de metilación son “fáciles de preocupar”, mientras que aquellos que tienen tasas altas de metilación vendrían a ser “difíciles de enfrentar”. Y, mientras que la distinción puede tener algo de utilidad, es muy simplista mostrar a la baja metilación como algo malo y a la alta metilación como algo bueno.
Entre el que fácilmente se preocupa y el que indiscriminadamente se aferra a toda batalla, está la persona cautelosa que elige en qué invertir su energía. Además, los estudios genéticos demuestran que mientras que aquellos que metilan dopamina en tasas bajas tienen mayores dificultades con procesar sus emociones, aquellos que metilan dopamina a tasas altas tienen mayores dificultades con los procesos cognitivos.12 Las psicosis, como las que aparecen en las personas con esquizofrenia10 o en aquellos que sufren de una deficiencia severa de vitamina B1213, pueden manifestarse en algunas personas con síntomas de excesiva estabilidad mental y en otros con excesiva flexibilidad mental. Ejemplos de esto incluyen la “rigidez de pensamientos” por un lado y “volar en ideas” por otro. Una muestra clara de que el balance es lo mejor se observa en el hecho de que aquellos con tasas altas o bajas de metilación de dopamina constituyen proporciones iguales de la población, y en que la mayoría de nosotros tenemos la genética de tasas medianas. Si uno de los rasgos fuera el “malo” y el otro el “bueno”, la selección natural habría desterrado al malo hace mucho tiempo.
Entonces, la pregunta que estamos enfrentando sería: sin tomar en cuenta la genética, ¿cuáles son los parámetros de nutrición que deberíamos seguir para dar a nuestros cerebros el material que necesitan para mantener la cantidad adecuada de metilación que sostenga el balance apropiado entre la estabilidad y la flexibilidad mental que es necesario para una salud mental óptima?
Carne, órganos, huesos y piel
Como se muestra en la Figura 5, y se discute en mayor detalle en el artículo de la revista Wise Traditions de Otoño de 2012,14 el nutriente fundamental que necesitamos para el proceso de metilación es el aminoácido metionina. La “met” en la palabra metionina se refiere a este proceso. La proporción del contenido de metionina en la porción proteica de los alimentos de origen animal es de alrededor del doble que en la porción proteica de los alimentos de origen vegetal. Consideremos, además, que los alimentos de origen vegetal tienen una porción proteica mucho menor que la de los alimentos de origen animal. Por consiguiente, las personas que excluyen todos los productos de origen animal de sus dietas tienden a consumir entre tres y cinco veces menos metionina que aquellos que comen una dieta rica en alimentos de origen animal; esto conlleva a una severa carencia del material bruto necesario para la metilación.
También se muestra en la Figura 5 que, paradójicamente, un consumo menor de metionina no genera menos homocisteína como se pensaría, sino que, en comparación con las personas con una dieta omnívora, aquellos bajo una dieta vegetariana tienen el doble–y si es vegana el triple–de probabilidades de tener niveles elevados de homocisteína.15 La Figura 5 da una respuesta a esta paradoja: mientras que los vegetarianos y veganos probablemente generan menos homocisteína, al mismo tiempo tienen una ingesta menos de vitamina B12, necesaria para reciclar la homocisteína en metionina.
De hecho, los investigadores, usando marcadores de vitamina B12 de la mejor calidad posible, han estimado que más del 73 por ciento de vegetarianos y más del 90 por ciento de veganos son deficientes en vitamina B12.15 No es un dato sorprendente dado que la vitamina B12 se encuentra casi exclusivamente en productos de origen animal, y considerando que la vitamina B12 que contienen los huevos–una fuente clave de proteína animal en las dietas vegetarianas–tiene una biodisponibilidad bastante baja.16 Así, la metilación es impedida de dos maneras: hay un menor contenido de metionina disponible, y aquella disponible con frecuencia queda “atrapada” en la forma de homocisteína en vez de ser reciclada a metionina por ausencia de la B12 necesaria para la conversión.
La Figura 5 explica otra parte fundamental para entender el panorama completo. Cuando las concentraciones de metionina se elevan, por ejemplo luego de haber tenido una comida rica en proteínas, el aminoácido glicina actúa como un tampón para prevenir la metilación excesiva. Aunque la proporción de glicina en la proteína de los alimentos de origen animal no es mayor que la proporción de glicina en la proteína de los alimentos de origen vegetal, una dieta que incluye alimentos de origen animal es más rica en glicina simplemente porque es más rica en proteínas.
Los vegetarianos marcan un nivel de casi el doble que los omnívoros para la deficiencia de glicina medido con un marcador de orina.17 Esto sugiere que excluir los productos de origen animal de la dieta podría no sólo llevar a un nivel inadecuado de metilación debido a la pobre ingesta de metionina y vitamina B12, sino que la ingesta menor de glicina a su vez podría llevar a periodos transitorios de excesiva metilación. Esto teóricamente podría resultar en un sube-y-baja entre excesiva estabilidad mental y excesiva flexibilidad mental.
El propósito de este artículo, sin embargo, no es denigrar a las dietas vegetarianas sino enfatizar la importancia de los alimentos densos en nutrientes de origen animal. Difícilmente habrá una dieta omnívora estándar que podamos considerar “la ideal”. Incluso los omnívoros excretan cantidades significativas del marcador de deficiencia de glicina discutido anteriormente en su orina.17 Esto podría deberse a que el típico omnívoro falla al no consumir la piel y los huesos de los animales en su dieta. La proteína de la piel es tres veces más rica en glicina que la de la carne, mientras que la proteína de los huesos lo es seis veces más.14 Así, muchos omnívoros podrían incrementar la calidad de su salud mental si incluyeran en su dieta la piel y los huesos ricos en glicina de los animales (en forma de caldo de huesos).
Además, la Figura 5 demuestra que el folato contribuye con la vitamina B12 en su participación en el proceso de metilación. El folato se encuentra principalmente en las legumbres, las hojas verdes y el hígado. Los vegetarianos tienden a consumir más hojas verdes y legumbres que los omnívoros, y la mayoría de los omnívoros tienden a fallar en su consumo de hígado y demás órganos. Es así que muchos omnívoros podrían mejorar su salud mental aún más si incluyeran en sus dietas hígado y alimentos vegetales ricos en folato.
Aprovechar todas las fuentes de nutrientes
Muchos de los vegetarianos y los veganos tienden a cumplir con más hábitos saludables que los omnívoros. Es importante considerar esto si estamos interesados en prevenir toda enfermedad–no sólo aquellas consideradas mentales. Por ejemplo, en la Figura 5 se muestra que la glicina ayuda a convertir a la homocisteína en glutatión, el mayor antioxidante y desintoxicante de nuestras células, y un regulador clave en el funcionamiento de las proteínas. Podríamos predecir de esto que los vegetarianos y veganos deberían tener menores cantidades de glutatión que los omnívoros debido a sus menores ingestas de metionina y glicina.
Sin embargo, algunos estudios han demostrado que mientras que los veganos tienen menores niveles de glutatión que los omnívoros, los vegetarianos tienen niveles ligeramente mayores.18 A diferencia de los veganos, los vegetarianos estudiados han de consumir huevos y lácteos. Por consiguiente, los vegetarianos y los omnívoros pueden haber tenido ingestas similares de metionina y glicina. Tanto los vegetarianos como los veganos pueden haber consumido más frutas y vegetales. Estas son buenas fuentes de vitamina C, que impide la oxidación del glutatión; polifenoles, que aumentan la producción de glutatión, y, especialmente en su estado crudo, del mismo glutatión.
Niveles adecuados de glutatión cumplen un rol protector contra las enfermedades degenerativas de todo tipo. La mejor manera de apoyar los niveles de glutatión probablemente sería consumir una dieta que incluya muchos alimentos ricos en nutrientes de todo tipo: carne, órganos, huesos, piel, legumbres ricas en folato y hojas verdes, así como frutas frescas y vegetales ricos en vitamina C, polifenoles, y glutatión.
Salud mental óptima
En general, la evidencia sostiene que los alimentos de origen animal tienen un rol fundamental en la salud mental. Siete de ocho estudios relevantes muestran que los vegetarianos tienen un mayor riesgo de trastornos mentales que los omnívoros. Estos estudios no pueden demostrar la relación causa-efecto, sin embargo, tanto la información dietaria como bioquímica sugiere que los vegetarianos son menos capaces que los omnívoros de llevar a cabo la metilación, y por tanto son menos capaces de lograr el balance adecuado entre estabilidad y flexibilidad mental necesario para la salud mental óptima. Al mismo tiempo, las dietas omnívoras estándar están lejos de ser ideales. Deberíamos hacer énfasis en una variedad amplia de alimentos densos en nutrientes, incluyendo no sólo la carne sino también muchos alimentos animales que han sido dejados de lado en la dieta moderna, en especial los huesos (consumido como caldo de huesos), la piel, y los órganos. Una dieta que los incluye los huesos, la piel y los órganos de los animales es la manera más segura de lograr una salud mental fuerte y equilibrada como la de nuestros ancestros.
Referencias
- Perry CL, Mcguire MT, Neumark-Sztainer D, Story M. Characteristics of vegetarian adolescents in a multiethnic urban population. J Adolesc Health. 2001;29(6):406-16.
- Neumark-Sztainer D, Story M, Resnick MD, Blum RW. Adolescent vegetarians. A behavioral profile of a school-based population in Minnesota. Arch Pediatr Adolesc Med. 1997;151(8):833-8.
- Bas M Karabudak E, Kiziltan G. Vegetarianism and eating disorders: association between eating attitudes and other psychological factors among Turkish adolescents. Appetite. 2005;44(3):309- 15.
- Robinson O’Brien R, Perry CL< WAll MM, Story M, Neumark-Sztainer D. Adolescent and young adult vegetarianism: better dietary intake and weight outcomes but increased risk of disordered eating behaviors. J Am Diet Assoc. 2009;109(4):648-55.
- Larsson CL, Klock KS, Nordrehaug Astrom A, Haugejorden O, Johansson G. Lifestyle-related characteristics of young low-meat consumers and omnivores in Sweden and Norway. J Adolesc Health. 2002;31(2):190-8.
- Baines S, Powers J, Brown WJ. How does the health and well-being of young Australian vegetarian and semi-vegetarian women compare with non-vegetarians? Public Health Nutr. 2007;10(5):436-42.
- Beezhold BL, Johnston CS, Daigle DR. Vegetarian diets are associated with healthy mood states: a cross-sectional study in Seventh Day Adventist adults. Nutr J. 2010;9:26.
- Michalak J, Zhang XC, Jacobi F. Vegetarian diet and mental disorders: results from a representative community survey. Int J Behav Nutr Phys Act. 2012;9(1):67.
- Carmel R. Cobalamin (Vitamin B12). In Shils et al., eds. Modern Nutrition in Health and Disease. Baltimore, MD and Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins (2006): 482-497.
- Bilder RM, Volavka J, Lachman HM, Grace AA. The catechol-O-methyltransferase polymorphism: relations to the tonic-phasic dopamine hypothesis and neuropsychiatric phenotypes. Neuropsychopharmacology. 2004;29(11):1943-61.
- Rasch B, Spalek K, Buholzer S, Luechinger R, Boesiger P, de Quervain DJ, Papassotiropoulos A. Aversive stimuli lead to differential amygdala activation and connectivity patterns depending on catechol-O-methyltransferase Val158Met genotype. Neuroimage. 2010;52(4):1712-9.
- Mier D, Kirsch P, Meyer-Lindenberg A. Neural substrates of pleiotropic action of genetic variation in COMT: a meta-analysis. Mol Psychiatry. 2010;15(9):918-27.
- Kalita J, Misra UK. Vitamin B12 deficiency neurological syndromes: correlation of clinical, MRI and cognitive evoked potential. J Neurol. 2008;255(3):353-9.
- Masterjohn C. Beyond Good and Evil: Synergy and Context with Dietary Nutrients. Wise Traditions. Fall 2012.
- Hermann W, Schorr H, Obeid R, Geisel J. Vitamin B-12 status, particularly holotranscobalamin II and methylmalonic acid concentrations, and hyperhomocysteinemia in vegetarians. Am J Clin Nutr. 2003;78(1):131-6.
- Watanabe F. Vitamin B12 sources and bioavailability. Exp Biol Med (Maywood). 2007;232(10):1266-74.
- Jackson AA, Persaud C, Meakins TS, Bundy R. Urinary excretion of 5-L-oxoproline (pyroglutamic acid) is increased in normal adults consuming vegetarian or low protein diets. J Nutr. 1996;126(11):2813-22.
- Krajcovicova-Kudlackova M, Simoncic R, Bederova A, Brtkova A, Magalova T, Bartekova S. [Alternative nutrition and glutathione levels.] Cas Lek Cesk. 1999;138(17):528-31. Article in Slovak, only abstract available.
Figuras
Figura 1. La figura muestra una explicación hipotética de cómo el vegetarianismo puede contribuir con el desarrollo de un desorden mental incluso cuando el inicio del desorden haya ocurrido antes de la adopción de una dieta vegetariana, como ha sido establecido en retrospectiva para este caso. Podríamos suponer que dos personas tienen una predisposición similar a que sus niveles de ansiedad aumenten. En edades tempranas ambos tienen niveles “normales” de ansiedad, representados arbitrariamente por el número “1”. Ambos experimentan un incremento en sus niveles de ansiedad al inicio de su adolescencia, pero la ansiedad no alcanza el nivel requerido para diagnosticar a la ansiedad como un verdadero desorden. Una de las personas, representada en la línea punteada, continúa siendo omnívora en todo el periodo considerado. La otra, representada en la línea continua, adopta una dieta vegetariana. El vegetarianismo agrava la tendencia pre-existente a la ansiedad, llevándola por encima del umbral de un diagnóstico. Si ambas personas se someten a un diagnóstico a la edad de 25 años, aquella con una dieta vegetariana será diagnosticada con un desorden mientras que la persona con una dieta omnívora no. El médico a cargo podría establecer que el inicio del desorden ocurrió en los primeros años de la adolescencia, cuando la persona notó el incremento en sus niveles de ansiedad, lo cual sería antes del inicio de la dieta vegetariana, sin embargo, el déficit de nutrientes de la dieta vegetariana puede haber contribuido al desarrollo definitivo del desorden.
Figura 2. La dopamina tónica (A) es la pequeña cantidad de dopamina que está siempre presente en nuestros cerebros. Podríamos pensar en ella como en un cuerpo estable de agua, o el nivel del mar constante sobre el que las olas ocurren. Es responsable de la estabilidad de las respuestas neuronales. La dopamina fásica (B) es un pulso de dopamina que dura sólo una fracción de segundo. Es responsable de la flexibilidad de las rspuestas neuronales. La dopamina tónica y fásica son distribuidas de manera diferente en el cerebro, así permiten que el cerebro controle sus niveles a través de mecanismos distintos. Nosotros inactivamos la dopamina tónica principalmente al metilarla. En contraste, inactivamos a la dopamina fásica principalmente al oxidarla o al retirarla del área en que es activa. Por consiguiente, un mayor grado de metilación reducirá los niveles de dopamina tónica mientras que prácticamente no tendrá efecto en los niveles de dopamina fásica.
(Texto en las imágenes):
- Dopamina tónica:
- Regulada por la metilación
- Necesaria para la estabilidad de la respuesta neuronal
- Dopamina fásica:
- Regulada por un carrier y la oxidasa
- Dura cientos de milisegundos
- Necesaria para “actualizar”, “resetear” y “encaminar” las respuestas neuronales a la nueva información
Figura 3. La dopamina tónica regula la respuesta del cerebro a la dopamina fásica. Nuestro cerebro cuantifica el tamaño de la “ola” de dopamina según qué tan alto se eleva en relación al nivel marcado por la dopamina tónica. Una “ola” del mismo tamaño se verá más grande si los niveles de dopamina tónica son bajos (A) y se verá más pequeña si los niveles de dopamina tónica son altos (B). Así, niveles altos de dopamina tónica no sólo fomentan la estabilidad mental sino que también disminuye nuestra respuesta a la dopamina fásica y por tanto disminuye nuestra flexibilidad mental. Dado que la metilación reduce los niveles de dopamina tónica (Figura 2), un mayor nivel de metilación disminuye nuestra estabilidad mental e incrementa nuestra flexibilidad mental.
Figura 4. La salud mental óptima requiere un balance de estabilidad mental y flexibilidad mental, que a su vez requiere un nivel de metilación “justo a la medida”. Mucha metilación contribuirá con mucha flexibilidad, haciéndonos que nos distraigamos muy fácilmente y que no podamos sostener estados mentales deseados (A). Poca metilación contribuirá con mucha estabilidad, haciendo que nos sea difícil tolerar pequeñas cantidades de cambio, y haciendo a nuestros estados mentales frágiles, lo cual significa difíciles de moldear pero fáciles de quebrar, dado que las transiciones nunca serán progresivas (B). Niveles balanceados de metilación contribuirán con el balance apropiado entre estabilidad mental y flexibilidad mental que es la base de una salud mental fuerte (C).
Figura 5. La figura muestra el metabolismo de la metionina a bajas (A) y altas (B) concentraciones de metionina. En la imagen las vías han sido simplificadas; fueron explicadas en mayor detalle en la edición de la revista de Otoño de 2012. En resumen, para sostener niveles suficientes de metilación de dopamina necesitamos cantidades adecuadas de metionina. Sin embargo, luego de cada reacción de metilación la metionina genera homociteína. Reciclar la homocisteína de vuelta a metionina es importante tanto para prevenir las enfermedades cardiovasculares como para colaborar con el proceso de metilación. Esto requiere vitaminas B12 y folato. En concentraciones adecuadas de metionina, por ejemplo en las horas siguientes a la ingesta de una comida rica en proteínas, la glicina actúa como un tampón que previene excesos de metilación y además colabora con la conversión de homocisteína a glutatión. El glutatión es el mayor antioxidante y desintoxicante de la célula, y un regulador clave del funcionamiento de las proteínas. Niveles adecuados de proteína nos protegen de enfermedades degenerativas de todo tipo.
El presente artículo forma parte de la revista trimestral de la Fundación Weston A. Price <Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts>, en la edición de Primavera de 2013.
Acerca de Christopher Masterjohn
Chris Masterjohn, PhD, contribuye frecuentemente con la revista Wise Traditions y es el creador de choleserol-and-health.com, página web dedicada a ensalzar las virtudes del colesterol y de los alimentos ricos en colesterol. Masterjohn es el autor de cinco publicaciones en revistas científicas de revisión por pares, es bachiller en Historia y tiene un doctorado en Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Connecticut. Actualmente trabaja como investigador asociado de la Universidad de Illinois donde estudia la interacción entre las vitaminas A, D y K. Los contenidos de esta publicación son resultado de su trabajo y no necesariamente representan la postura de la Universidad de Illinois.
🖨️ Print post
Leave a Reply