Siguiendo los pasos de Weston A. Price en Perú
Por Katie Williamson
En setiembre de 2017, Hilda Labrada y yo tuvimos el privilegio de viajar a Perú para dar una serie de charlas acerca de la obra maestra de Weston Price: el libro Nutrition and physical degeneration (Nutrición y Degeneración Física). Aunque el libro no ha sido aún traducido al español, o tal vez por ello, nosotras sentimos la urgente necesidad de compartir directamente su contenido con personas que se mantienen cercanas a su cultura tradicional, para recordarles lo valioso que esto es y lo mucho que las admiramos por ello.
Cualquier peruano te dirá, con bien merecido orgullo, que Perú es uno de los lugares más biodiversos del mundo: a medida que viajas desde el desierto de la costa del Pacífico hacia el este, aparecen los majestuosos nevados de las montañas más altas de la Cordillera de los Andes, para luego descender a los pulmones del mundo: la selva amazónica. De la mano con semejante variedad de clima y geografía, Perú tiene una diversidad cultural incluso mayor. Esta diversidad cultural es una gama de distintas respuestas a las mismas preguntas básicas: ¿qué significa ser humano y cómo puedo sobrevivir y desarrollarme en mi parte del mundo? En el caso de Perú: ¿Cómo puedo sobrevivir y desarrollarme en el desierto más seco, en las montañas más elevadas o en la selva más profunda? -sus bordes envuelven muchas respuestas a estos cuestionamientos fundamentales de qué significa ser humano, así es que Perú es casa de muchas lenguas, muchas dietas tradicionales, muchas danzas típicas y muchos tipos de música. Atravesamos algunas de estas capas de cultura en nuestro viaje de tres semanas a Perú: comenzamos en la agitada Lima, ciudad capital ubicada en la costa, para luego estar en la ciudad de Huaraz, en la cordillera de los andes, y terminar en Cusco: la gloriosa capital del Imperio de los Incas. Para contar el motivo de nuestro viaje a Perú y cuáles eran las metas que teníamos como parte del trabajo de la Fundación Weston A. Price, debemos empezar por contar la historia del mismo Weston Price y su esposa, quienes viajaron a Perú en los años 30, muchos años antes que nosotras.
Weston Price fue una persona verdaderamente extraordinaria; gracias a su visión y a su arduo trabajo es que hoy nosotros somos parte de una increíble familia de personas en todo el mundo que resonamos con el mensaje que nos dejó: que “la vida en todo su esplendor ocurre cuando la Madre Naturaleza es obedecida”. Nos enseñó que para que podamos exitosamente avanzar hacia el futuro, primero debemos honrar y recordar de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces, quienes fueron nuestros ancestros: debemos honrar a aquello que estuvo antes de nosotros.
Todos venimos de un linaje de personas que supieron cómo vivir, y por eso debemos estar muy agradecidos; nuestros ancestros hicieron lo necesario para vivir y dar vida, por eso tú y yo estamos aquí hoy. No es necesario ir tan lejos en la historia humana para encontrar personas que sabían cómo vivir en buena salud: Price y su esposa encontraron muchas de ellas por todo el mundo, incluyendo Perú, en la década de viajes en la que se embarcaron durante los años 30s. Los grupos humanos que encontraron sabían cómo vivir en armonía con la Tierra para nutrirse tanto en cuerpo como en espíritu: sabían cómo cultivar alimentos nutritivos al mismo tiempo que contribuían con la fertilidad del suelo y sabían cuál era la correcta preparación de esos alimentos para que el cuerpo pudiera asimilar sus nutrientes correctamente; a cambio recibían cuerpos fuertes, sanos y robustos, que no podían ser atacados por las enfermedades modernas, y cultivaban una mente capaz de tener una visión optimista de la vida.
Me pregunto si aún existen personas así de sanas. Si es así, ¿dónde podemos encontrarlas? Gran parte de lo particular del trabajo de Weston Price es el hecho de haber viajado al final de una era en que aún era posible encontrar un gran número de grupos indígenas alrededor del mundo alimentándose 100% como lo hicieron sus ancestros. Hoy, en el año 2017, puedes tomar un pequeño bote desde Iquitos -en la Amazonía del norte peruano- y viajar por cuatro largos días hasta llegar a un lugar remoto en el medio de la selva, y será muy fácil que nos encontremos con la Inka-Cola: una bebida tal vez peor que la Coca-Cola.
Hace no mucho me encontraba en Yunguyo, Perú, a orillas del río Titicaca y prácticamente a un paso de Bolivia, y necesitaba comer. Tardé mucho en encontrar un puesto de comida vendiendo algo como un caldo de gallina porque todos los demás, incluso ahí, vendían comida hecha con ingredientes altamente industrializados, por ejemplo, las muy comunes salchipapas: hot dog y papas, fritos en aceites de cocina; o el pollo broaster, similar al de la cadena Kentucky Fried Chicken.
Comer en Perú en estos tiempos es verdaderamente una ventana que nos permite echar un vistazo a una situación que va mucho más allá de lo que está en nuestro plato. Nos encontramos ante la encrucijada de moderno vs. tradicional; citadino vs. rural (un tercio de la población peruana ahora vive en la ciudad capital, Lima); Inka Cola vs. chicha de jora; español vs. quechua (uno de las muchas lenguas indígenas que aún se mantienen en el país); telas importadas vs. textiles hechos a mano en los andes. La lista podría continuar, sin embargo, me pregunto si es necesario tomar una decisión tan radical. ¿Será que para incorporarnos a la inevitable ola de modernidad tenemos que desechar todo lo que es antiguo, ancestral, tradicional? La Fundación Weston A. Price nos dice que no tiene que ser así: somos capaces de aprovechar las tecnologías de esta época a la vez que conservamos y aprovechamos miles de años de sabiduría acumulada que nos indica el camino a vivir en armonía con la Madre Tierra.
Como representantes de la Fundación nuestra misión no es imponer sino inspirar. Por eso comenzamos cada conferencia diciendo lo que creemos cierto: “ustedes saben más que nosotros”. Estamos en sus tierras donde son ustedes los portadores de la sabiduría de sus ancestros. Nosotras venimos como mensajeras de Price porque la información que dejó en su libro es valiosa y no podemos darnos el lujo de que se pierda. La evidencia que Price recogió nos permite a todos, en Perú y en todo el mundo, tener una guía, escrita en el pasado, que nos señala cómo crear un hermoso futuro juntos.
En nuestras charlas en Perú compartimos el mensaje de Weston Price con muchas y diversas personas, desde los jóvenes entusiastas de la Universidad Nacional Agraria La Molina, en Lima, hasta niños de la escuela de Aijas, en la cordillera negra de los andes. Sin haber escuchado antes su nombre o leído su libro, muchos peruanos ya llevan el mensaje de Weston Price en sus corazones: que “la vida en todo su esplendor ocurre cuando la Madre Naturaleza es obedecida”. Al compartir con ellos la información recogida en el libro Nutrition and Physical Degeneration, sólo les hemos dado mayores pruebas de lo valioso del conocimiento que guardan por miles de años.
“Conocer nuestro pasado es un punto de partida para construir los posibles futuros” —encontramos a Wilfredo Puma Llanos en las calles de Pisac, Cusco, compartiendo este hermoso mensaje.
PRÓXIMOS PASOS
Entonces llegamos a una pregunta verdaderamente importante: ¿Cuáles serán nuestros próximos pasos? ¿Qué hacer frente a la erosión cultural y la crisis de salud? ¿Qué podemos hacer como seres individuales —y también como el ser colectivo que es la WAPF— para que en Perú y en otros países de Latinoamérica la gran industria de alimentos deje de ser la que domina los platos?
Todos estamos conectados. La pérdida de tradiciones gastronómicas en Perú nos afecta a ti y a mí, estemos o no en el país. Perder la sabiduría indígena es algo que no nos podemos permitir: debemos comprometernos a trabajar por su revalorización y enseñar a otros a hacer lo mismo, de la misma forma en que Weston A. Price lo hizo años atrás.
Perú es un lugar en el que uno quisiera dejar sus rezos, sus recursos y sus acciones. Estamos iniciando una sucursal de la Fundación en Lima y hemos filmado nuestra charla en español en la conferencia de 2017 en Minneapolis para que sea publicada en YouTube y que todo hispanohablante a nivel mundial pueda verla y aprender más sobre el valor de la sabiduría tradicional en nuestra alimentación y en nuestra vida. Quisiera agradecer a todos los miembros de la WAPF por su apoyo económico, así como por ser parte de esta familia en el día a día; gracias al aporte de todos nosotros se hizo realidad el sueño de un viaje a Perú y en un futuro muchos más proyectos van a nacer de este esfuerzo inicial de expandir la presencia de la WAPF en Latinoamérica.
Cada vez que releo el libro Nutrition and Physical Degeneration descubro otra joya de sabiduría que me deja maravillada con el potencial del ser humano. Me siento en reverencia ante la vida en su totalidad y al mismo tiempo ante cada uno de los diferentes caminos con los que diversos grupos humanos han expresado qué significa para ellos estar vivo, comer bien y vivir bien. Admiro a Weston Price y su esposa por el profundo y auténtico respeto con que ingresaron en las vidas de los pueblos indígenas y les pidieron compartir su sabiduría, comprometiéndose a proteger y entregar tan valioso conocimiento a todo el que esté dispuesto a recibirlo. Gracias a su coraje y esfuerzo es que hoy hemos podido seguir sus pasos por el territorio peruano con tanto respeto como ellos lo hicieron, y así conocer a los habitantes de uno de los territorios más hermosos de la Tierra.
Siempre digo que “mi vida es mi rezo” y me gusta imaginar que Weston Price pensaba lo mismo. Su vida fue su rezo y su libro un hermoso poema de amor a la humanidad en toda su gloria y belleza, en la forma de una gran aventura de la ciencia. Nosotros los humanos podemos ser agentes de destrucción como también podemos ser agentes de cambio positivo sin límites. Escojo lo último. Escojo que nunca olvidemos que para poder crear un futuro en salud debemos honrar nuestras raíces, nuestro pasado y el suelo bajo nuestros pies. Gracias a Weston Price y al Perú por enseñarnos esta lección de respeto por la vida.
ANEXOS
UN ENCUENTRO CON UNA CASI-CENTENARIA EN LIMA
Una de las conversaciones más maravillosas que tuvimos en Perú fue con Doña Flor Irene Guam de Cruz, una mujer de noventa y ocho años. Ella, y su hija, Pepita Carrión Guam, viven juntas en un lindo departamento de Lima a donde tuvimos el honor de ser invitadas a almorzar: nos sirvieron distintos platos, incluyendo el famoso ceviche (pescado crudo marinado en jugo de limón), una sopa de pescado y pescado frito. Doña Flor estaba entusiasmada por contarnos sobre la dieta con que creció y sobre su dieta el día de hoy.
Doña Irene cuenta haber crecido comiendo hígado encebollado servido con camote de desayuno y, debido a que es una persona de la costa, nos dice que el pescado era un elemento básico de su dieta. Sobre su niñez también nos dijo que “al mediodía, comíamos ceviche del pescado que comprábamos a los pescadores. Cuando íbamos todo el día a la playa salíamos a las cinco de la mañana, aún oscuro; llevábamos con nosotros fruta seca y todo lo que necesitamos para estar ahí hasta las seis de la tarde que regresábamos a la casa. Estar en la playa es muy saludable.”
Al describir los entremeses y sopas que consumía, Doña Irene dijo haber crecido comiendo “aceitunas y jamón del país, un jamón muy bueno parecido al jamón de España, pero tiene otro sabor, un sabor peruano característico. También comíamos mucha fruta y muchos frutos secos, y tomábamos caldos. Tomábamos caldos de res en los que hemos hervido la cabeza de la res con todo y los ojos. También consumíamos las patas de la res: de las patas se hace la gelatina. Comíamos muy buena comida y así era todos los días.”
Pepita, la hija de Doña Irene, describió la dieta de su madre el día de hoy. “Siempre tiene un desayuno muy consistente: huevos pasados, camote hervido y yuca. A mi mamá no le gusta comer pan, pero le gustan mucho las aceitunas negras. Le gusta mucho el queso, también; diría que ama el queso, especialmente el queso Manchego, un queso que hacen en Cajamarca. Luego come fruta al mediodía. Después de eso el almuerzo es de varios platos, porque comemos un aperitivo, algo de sopa, el plato principal, y un postre o fruta con té, en ocasiones en vino —una copita de vino rojo. Para la media tarde a mi mamá le gusta el pastel de acelgas con té o con café, y come algo así como un queque simple. En la cena —porque si mi mamá no cena no duerme bien— tomamos sopa y algo del plato principal del almuerzo, y eso es todo.”
Al día de hoy Doña Irene continúa dando instrucciones a las personas que trabajan para ella sobre qué cocinar. Pepita dice “tenemos que hacer lo que ella dice”. Todos los sábados Doña Irene le pide a su nieto que compre seis 3 kilos de pescado. Ella nos dice que al día de hoy no olvida comer siempre las cabezas del pescado.
Doña Irene dice no haber tenido ningún problema grave de salud, con excepción de la fiebre del dengue quince años atrás. Como lo dice Pepita: “mi mamá, para su edad, tiene una piel hermosa, ¿no es verdad?…Y sin ninguna cirugía. Yo diría que mi mamá no sufre de nada. Sólo le va mal con los pulmones en Piura, porque ahí hay más contaminación, pero aquí en Lima nunca se enferma, ni siquiera le dan resfríos normalmente.” En resumen, la vida y salud de Doña Irene a su edad, es un maravilloso testamento del poder de la verdadera comida.
UN BOCADO DE PERÚ
Por Hilda Labrada Gore
Nuestro viaje de tres semanas a Perú empezó y terminó en un abrir y cerrar de ojos. Katie y yo andamos por el país para entrar en contacto con niños, jóvenes, madres de infantes, y todo tipo de conocedores de las tradiciones ligadas a la alimentación.
Probamos muchos platos tradicionales en Perú, incluyendo el anticucho (corazón de res servido en palitos), carne de alpaca y chicharrones de cuy. El cuy es una fuente principal de proteína animal en los andes, consumido desde la época prehispánica y preinca. Para nosotras, consumir este alimento fue verdaderamente emocionante, así como encontrar que su consumo es común tanto en los hogares como en los restaurantes del país. También disfruté del “lomo saltado”: un saltado de carne de res, cebolla, tomate y papa, preparado y servido por una hermosa mujer en Aija.
Dicho esto, Perú está pasando por la misma tensión entre la tradición y la modernidad que observamos en tantos otros países. Son muchas las amenazas para la salud de las personas y de la tierra que ahí se encuentran. Por ejemplo, Monsanto y Bayer han llegado hasta el Valle Sagrado (en Cusco) para persuadir a los agricultores de reemplazar sus variedades de maíz con semillas híbridas de maíz genéticamente modificado. Existen personas que permanecen pegadas a su comida tradicional y las técnicas ancestrales de preparación, sin embargo, otros las consideran anticuadas e inferiores a las actuales. En muchos círculos, palabras como “vegetariano” o “vegano” se han hecho equivalentes a “saludable”, y el movimiento vegano es inminente (y si bien en muchos casos coincide que los restaurantes veganos sirvan alimentos locales y producidos por la agricultura sostenible, también es verdad que lo muestran como parte de una tendencia que califica desacertadamente a los alimentos animales como no saludables). En Perú, las bodegas y los grandes supermercados, vendiendo gaseosas y todo tipo de ultraprocesados, se entremezclan en un mismo paisaje con las “mamitas” (mujeres indígenas vestidas en hermosas faldas tradicionales y sombreros) vendiendo productos de huertos y de recolección silvestre, incluyendo hierbas medicinales, frutas, maíz, frijoles y todo tipo de vegetales.
Afortunadamente, encontramos mamitas por todos lados a dónde íbamos en nuestros viajes. En Lima, las bioferias (ferias de productos orgánicos) están apareciendo en muchos lugares, aunque con una oferta vegetariana -e incluso vegana- en su mayoría. En ellas vi muchas frutas que no había visto antes; también encontramos pan artesanal, mantequilla y quesos de buena calidad. En Cusco, fue impresionante visitar uno de sus mercados tradicionales (uno de los varios que tiene esa gran ciudad), donde se puede encontrar una inmensa diversidad de alimentos – ¡sólo nómbralo y ahí está! Logré distinguir algunos de sus muchas frutas, como el aguaymanto, la lúcuma y el maracuyá, y vimos algunas de sus muchas variedades de papas (de las casi 4000 variedades que pueden crecer en Perú). También en Cusco, nos encontramos con un grupo llamado “Canasta Solidaria Mihuna Kachun”, personas organizadas para trabajar en la revalorización de las maneras tradicionales de cultivar y consumir las hierbas y especias de los andes de Cusco.
En Lima, al conversar con un grupo de mujeres con hijos pequeños, mencionamos que creemos que cada cultura tiene alimentos especiales para las mujeres próximas a concebir un hijo. Una de ellas nos dijo que siempre que regresaba a visitar su pueblo natal, su abuela la urgía a comer sangre para que “pudiera tener bebés”. En Pisac, una ciudad en la región del Valle Sagrado, un hombre quechua nos dijo que era su tradición dar cuy y sangre de oveja a la gente joven en edad de tener sus primeros hijos.
En resumen, para mí fue un verdadero placer encontrar a tantas personas convencidas de la importancia de continuar valorando la sabiduría tradicional en la agricultura y la alimentación, en un país tan rico como Perú, y estoy muy contenta de haber tenido esta experiencia.
Hilda Labrada Gore es una entusiasta comunicadora, coach de salud y entrenadora de fitness. Es la productora y conductora del podcast Wise Traditions de la Fundación Weston A. Price, y también es una de las representantes de la Fundación en DC. Hilda es una persona apasionada sobre la salud humana en todo nivel; al respecto escribe en su propio blog, da conferencias y es consultora de aquellos que deseen lanzar su propio podcast. Actualmente vive en Washington D.C con su esposo, sus hijos y sus mascotas.
Esta publicación fue parte de “Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts” la revista trimestral de la Fundación Weston A. Price, en invierno de 2017.
Acerca de Katie Williamson
Katie Williamson es la fundadora de la sucursal de la WAPF en New Orleans, amante de Perú, y dedicada a compartir el mensaje de Dr. Price. Ha estado viviendo entre los Estados Unidos y Perú en los últimos seis años y medio, y maneja el blog en español “Yo Soy Pachamamista”, dedicado a compartir saberes tradicionales para la salud humana y de la tierra.
🖨️ Print post
Leave a Reply