Por Christopher Masterjohn, PhD
Traducido por Verónica Belli
RESUMEN DEL ARTÍCULO
- Una correcta nutrición durante el embarazo puede proteger al niño o niña de sufrir de diabetes, enfermedad coronaria, derrame cerebral, fallas en los riñones y problemas de memoria en su vida futura.
- En todos los grupos que Price estudió, las personas llevaban dietas especiales para la preconcepción y el embarazo en las cuales se incrementaba el consumo de alimentos particularmente cargados de ciertos nutrientes.
- La ciencia moderna ha comprobado que, en el embarazo: las vitaminas liposolubles son necesarias para el crecimiento y el desarrollo; el ácido graso omega 3 DHA es especialmente necesario para el desarrollo cerebral; los requerimientos de biotina se incrementan; el folato potencia el crecimiento y disminuye el riesgo de la ocurrencia de defectos de nacimiento; la colina causa un incremento de por vida en la memoria y la atención, y, el aminoácido glicina es necesario para el crecimiento.
- La Fundación Weston A. Price recomienda una dosis diaria de 2 cdtas. de aceite de hígado de bacalao que provee 20000 UI de vitamina A, 2000 UI de vitamina D, y 2 gramos de ácidos grasos Omega 3.
- Las grasas animales que provienen de ganado criado alimentándose de pastos proveen vitamina E y vitamina K2; el aceite de palma, las frutas y vegetales frescos, las nueces y los granos recién molidos, también son buenas fuentes de vitamina E; los alimentos fermentados son fuente de vitamina K2; los vegetales de hojas verdes son fuente de vitamina K1.
- La biotina puede ser obtenida con el consumo de hígado y yemas de huevo. Las claras de huevo nunca deben ser consumidas crudas: deberán ser consumidas cocidas y en moderación. Las yemas de huevo crudas pueden ser añadidas a batidos o helados para incrementar la ingesta de biotina.
- El folato puede ser obtenido con el consumo de hígado, legumbres, betarragas y hojas verdes. La colina puede ser obtenida con el consumo de lácteos de buena calidad, yemas de huevo, hígado, carne roja, vegetales crucíferos, nueces y legumbres. El cuadro 6 da ejemplos de cómo alcanzar los requerimientos de folato y colina.
- El consumo de carne magra y huevos debe acompañarse, y en abundancia, de alimentos que contengan folato y de alimentos que contengan glicina, como la piel, el cartílago y los huesos (en caldos de huesos) de animales.
Biológicamente hablando, la vida humana se inicia en la concepción. En ese momento, el nuevo organismo posee su propia y única combinación de alrededor de 20 000 genes y es capaz de crecer y diferenciarse a nivel celular. Los días y semanas a partir de la concepción son un período crítico dentro del cual el ambiente nutricional del vientre determina el ritmo del crecimiento del feto. La continuidad entre la nueva vida dentro del vientre y la persona adulta en que se convertirá se ve reflejada en el hecho de que la calidad de la nutrición durante esos nueve meses produce efectos para toda la vida en el cerebro, los riñones y el sistema cardiovascular, determina el riesgo de contraer alguna enfermedad degenerativa, y tiene una gran influencia en la calidad que tendrá su vida a medida que envejezca.
En cada ser humano, cada una de sus células tiene un conjunto idéntico de genes llamado genoma. Estos genes vienen en un “paquete” de dos copias: una copia proveniente de la madre y otra del padre. El esperma y los óvulos son células que escapan a la regla: en cada una de ellas ocurre sólo una copia. Al mezclar el material genético que tenemos de nuestra madre y de nuestro padre podemos generar un sinfín de distintas combinaciones que irán en cada esperma u óvulo que producimos, según sea el caso, de manera que no existen dos humanos en la faz de la tierra —con excepción de los gemelos idénticos— que tengan el mismo genoma.1
CRECIMIENTO DEL EMBRIÓN Y DEL FETO
Durante la ovulación, un óvulo es liberado del ovario dirigiéndose a un tubo llamado “oviducto”. Al momento de la concepción, el esperma y el óvulo se combinan dentro del oviducto para formar el cigoto. El material genético de los padres se combina de forma única en cada cigoto, de manera que cada cigoto posee un genoma irrepetible que será heredado por cada una de las células en que se divida durante su desarrollo.
En el curso de los primeros siete días, a medida que se mueve a lo largo del oviducto en su camino hacia el útero, el cigoto se divide formando una esfera hueca. Al séptimo día es embebido por la pared uterina y a partir de ahora es llamado “embrión”. El corazón del embrión es visible al día 23; las ondas de su cerebro pueden ser registradas en el día 40; en la séptima semana comienza a succionar, a tocarse la cara, a tener hipo, a fruncir el ceño y a hacer otros varios movimientos espontáneos.
Todos los sistemas orgánicos están presentes y funcionales en la octava semana, momento en el cual se le denomina “feto”. En este punto 4000 estructuras corporales —de las 4500 que tiene un adulto— ya están presentes. Al cuarto mes, el feto es capaz de agarrar firmemente, succionar su pulgar y hacer volteretas; al comienzo del sexto mes es capaz de oír, se estira al despertar y adopta una posición especial al momento de dormir.2
Desde inicios del tercer trimestre, el feto se desarrolla de manera que incrementan enormemente sus posibilidades de sobrevivir fuera del vientre (de ocurrir un parto prematuro) —de 15 por ciento en la semana 23 a 79 por ciento en la semana 25.3 En la segunda mitad del tercer trimestre ocurre un crecimiento rápido, especialmente en el sistema óseo: los infantes nacidos con 6 semanas de anticipación habrán fijado sólo la mitad de calcio y fósforo que los infantes que completaron el tiempo del embarazo.4
El crecimiento y desarrollo del feto sólo ocurre en presencia de nutrientes. Las grasas y carbohidratos alimentan el crecimiento. Las grasas y el colesterol forman la estructura de las membranas celulares; los aminoácidos forman proteínas estructurales y enzimas; las vitaminas y los minerales actúan como cofactores para dichas enzimas o como reguladores de todo el proceso de crecimiento. Estos nutrientes se obtienen enteramente del cuerpo —y dieta— de la madre.
DIETAS PARA EL EMBARAZO EN SOCIEDADES PRIMITIVAS
Todas las poblaciones estudiadas por Weston Price se aseguraban de reforzar las dietas de las mujeres en el periodo previo a la concepción y durante el embarazo. En algunos casos, la dieta de los hombres que serían padres también era reforzada.
Para esto, todas las poblaciones con acceso a los alimentos del mar usaron los huevos de pescado y las poblaciones que consumían lácteos usaron los lácteos de la mejor calidad —aquellos producidos en los pastos de primavera. Distintos grupos tenían distintos alimentos especiales: en Norteamérica, las glándulas tiroideas de alces; en Australia, los cangrejos, y, entre los grupos africanos —sabiendo del bajo contenido de yodo en el agua— las cenizas de algunas plantas con yodo eran usadas para suplir este elemento en la dieta.5 Cabe resaltar que estos alimentos eran adicionados a dietas que de por sí contenían hígados y otros órganos animales; huesos, piel y grasa de animales, alimentos marinos y plantas silvestres.
Los huevos de pescado son particularmente ricos en colesterol, vitamina B12, colina, selenio, calcio, magnesio y ácidos grasos Omega-3, y contienen una pequeña cantidad de la mayoría de vitaminas liposolubles —su contenido de vitamina K2 es aún desconocido (ver Fig. 1).6
Entre los masáis, se permitía a mujeres y hombres casarse solo luego de haber consumido por meses la leche más nutritiva, aquella que se produce cuando los pastos que alimentan a las vacas están en su mejor época. Lo normal es que la leche de los masáis sea más alta en grasa y colesterol y más baja en azúcares que la leche comercial estadounidense. Su mejor leche —aquella usada para alimentar a las personas antes de concebir— es aún más rica en grasas: tiene alrededor del doble del colesterol, casi tres veces la cantidad de grasas y alrededor de cinco veces la cantidad de fosfolípidos en comparación con la leche comercial estadounidense (ver Fig. 2).7 Destaca su contenido de fosfolípidos y, debido a que la mayoría de la colina en la leche está contenida en los fosfolípidos,8 esto significa que la mejor leche de los masáis tiene probablemente cinco veces más colina que una leche comercial.
La leche de vacas alimentadas con pastos es mucho más alta en vitaminas liposolubles, pigmentos, ácido linoléico conjugado (ALC) y ácidos grasos Omega-3 en comparación con la leche de vacas alimentadas con granos.9 Price comprobó que los niveles de la vitamina A, del “activador X” (hoy creemos que se refería a la vitamina K2), y de los ácidos grasos esenciales en la mantequilla, eran significativamente mayores durante la época en que los pastos son verdes y abundantes por las lluvias.10
Si bien la ciencia moderna aún necesita de mucha investigación para terminar de esclarecer el valor del conocimiento tradicional, queda claro que muchos de los compuestos nutricionales que hoy reconocemos como los más importantes para el correcto desarrollo del embrión y del feto, están presentes en los alimentos a los que las dietas tradicionales daban mayor importancia para la preconcepción y el embarazo.
VITAMINA E
En 1922, la vitamina E fue originalmente denominada “factor de fertilidad X” dado que, en experimentos con ratas, estas no podían reproducirse sin ella. Dos años más tarde los investigadores la nombraron “tocoferol” del griego τόκος (tokos), cuyo significado es “nacimiento,” y φερειν (ferein), cuyo significado es “sacar adelante”. El rol exacto que cumple la vitamina E en la fertilidad de las ratas estudiadas aún no ha sido entendido del todo; los científicos necesitan demostrar de manera concluyente su rol esencial en la reproducción humana.11
En ratas que carecen del gen que posibilita el transporte de vitamina E a través de la placenta, al noveno día se puede observar una malformación en el sistema de transporte de nutrientes y sus crías mueren dentro de los primeros 11 a 15 días de nacidos. La placenta humana elabora la misma proteína, de manera que el rol de la vitamina E en la construcción del sistema de transporte de nutrientes de la placenta humana es probablemente similar. La vitamina E, por tanto, parece tener un rol esencial en la reproducción humana —a pesar de que no se hayan publicado pruebas concretas.11
Los aceites de semillas son altos en vitamina E, sin embargo, también son altos en ácidos grasos poliinsaturados (PUFA, por sus siglas en inglés), que agota a la vitamina E de nuestro cuerpo.12 El aceite de palma es una fuente mucho mejor, con una proporción de vitamina E:PUFA 8 veces mayor que el del aceite de soya y 13 veces mayor que el del aceite de cártamo.13 El contenido de vitamina E en las grasas del ganado que se alimenta de pastos es 4 veces mayor que el contenido de vitamina E en las grasas del ganado alimentado con cereales.14 Las semillas, las nueces, las frutas, los vegetales frescos y los granos enteros también son fuentes de vitamina E.
VITAMINA A
En los años siguientes al descubrimiento del rol de la vitamina E en la fertilidad de las ratas, los investigadores detectaron que la importancia de la vitamina A para la reproducción era incluso mayor. En Nutrition and Physical Degeneration, Price describió los hallazgos en relación a la deficiencia de vitamina A durante los periodos previos a la concepción y durante el embarazo. En distintas especies de animales de laboratorio, la deficiencia de vitamina A produjo abortos espontáneos, partos complicados —e incluso la muerte de la madre y su hijo(a) durante el parto—, defectos oculares —incluyendo la ausencia total de ojos—, malformaciones en hocico, arco dental y labios, desplazamiento de los órganos internos —incluyendo los riñones, ovarios y testículos— y ceguera debido a la degeneración del sistema nervioso.15
En la actualidad se sabe que la vitamina A es necesaria para la diferenciación y el posicionamiento de toda célula, tejido y órgano en el cuerpo en desarrollo, y que es de gran importancia para el desarrollo de los sistemas de comunicación entre los órganos y el cerebro.16,17 Deficiencias leves de vitamina A ponen en riesgo el número de las unidades funcionales de los riñones —denominadas nefrones— lo cual podría predisponer a una persona a sufrir de un mal desempeño de los riñones posteriormente.18 Durante el desarrollo del feto y en toda la vida adulta, la vitamina A también es necesaria para mantener a las células que recubren a los pulmones en extensiones llamadas cilia.19 Estas extensiones barren con las sustancias de desecho y las sustancias extrañas y así protegen a los pulmones de la contaminación y las enfermedades infecciosas. Durante y luego de la formación de estos sistemas, la vitamina A es necesaria para su continuo crecimiento.
La ingesta diaria recomendada (IDR) de vitamina A para las mujeres embarazadas es 2600 unidades internaciones (UI) —tan sólo 300 UI más que para la mujer no embarazada— lo cual conlleva a una serie de inconvenientes (descritos en los Anexos). Si bien no sabemos las cantidades exactas de vitamina A contenidas en las dietas para mujeres prontas a concebir o embarazadas entre los grupos estudiados por Price, es seguro que superaban las 2600 UI diarias, dado que —además del hígado y demás órganos presentes en su dieta habitual— en el embarazo se incluía cantidades adicionales de alimentos ricos en vitaminas liposolubles.
La Fundación Weston A. Price recomienda el consumo de dos cdtas. de aceite de hígado de bacalao para obtener 20 000 UI diarias de vitamina A, además de leche, mantequilla, huevos, y 3-8 onzas de hígado a la semana, para obtener cantidades adicionales de vitamina A. La profesión médica, sin embargo, suele indicar que tales cantidades de vitamina A incrementarían el riesgo de presentar defectos de nacimiento. Esta creencia está respaldada por un único estudio, publicado en 1995, que en teoría encontró un incremento en el riesgo de defectos de nacimiento entre las mujeres gestantes consumiendo cantidades diarias de vitamina A mayores a 10 000 UI. Como se discute a mayor detalle en los Anexos, son muchas las fallas de dicho estudio. En cambio, el resto de estudios publicados en el asunto demuestra que las cantidades diarias de vitamina A recomendadas por la WAPF son seguras —una investigación en alrededor de 25 000 nacimientos demostró que dosis diarias de 40 000 UI disminuyen en un 50% el riesgo de ocurrencia de defectos de nacimiento.
Considerando el rol prioritario de la vitamina A en el desarrollo de cada sistema del cuerpo y la minuciosa capacidad que tiene el cuerpo de regular los niveles de la forma activada de vitamina A que circulan a través de él, deberíamos pensar en los órganos y las grasas de los animales como alimentos ricos en vitamina A que colaboran con un perfecto desarrollo del feto, y no como alimentos con un “exceso” de vitamina A que podría estropear el correcto desarrollo durante el embarazo, considerando que es esto lo que la sugiere la mayor parte de la evidencia.
VITAMINA D
En el último trimestre, el esqueleto del feto entra en un periodo de rápido crecimiento que requiere de calcio, fósforo y vitamina D. Un infante nacido con seis semanas de anticipación sólo ha fijado en sus huesos la mitad de calcio que un infante nacido al término de los nueve meses.28 Existe evidencia de que la vitamina D es importante para el desarrollo de los pulmones29 y, debido a la interacción de la vitamina D con la vitamina A, es probable que tenga un rol importante en el desarrollo general del feto. Los niveles sanguíneos de vitamina D en un recién nacido son próximos a los de la madre.30,31 Niveles adecuados de vitamina D protegerán al recién nacido de contraer tétanos, de sufrir convulsiones y de fallos del corazón.29
El rápido crecimiento óseo que ocurre en la etapa final del embarazo consume las reservas de vitamina D de la madre, de manera que sus niveles de vitamina D disminuyen en el curso del tercer trimestre. Un estudio conducido en Gran Bretaña mostró que en la sangre del 36 por ciento de las madres y del 32 por ciento de los recién nacidos, los niveles de vitamina D eran indetectables; otro estudio demostró que el 60 por ciento de los infantes nacidos de madres blancas, en primavera y verano, tuvieron niveles por debajo de 9 nanogramos por mililitro (ng/mL) —señal de grandes deficiencias.32
En 1963, la Academia Americana de Pediatría reconoció el incremento en la necesidad de vitamina D durante el tercer trimestre del embarazo y lamentó no contar con información que esclarezca la cantidad exacta de dicha necesidad. Sugirió que 400 UI diarias serían suficientes para cubrir los requerimientos de la madre y el feto.28
Sin embargo, en 1997, el Instituto de Medicina declaró que el estado de vitamina D de la madre no se veía afectado debido a que es poco lo que ella transfiere al feto. Citando un estudio de 1978 que demostró que los niveles de vitamina D a grandes latitudes eran de 9.1 ng/mL (25 por ciento debajo del nivel requerido para proteger de deficiencias), el Instituto concluyó que “no existe una necesidad adicional de ir incrementando los niveles de vitamina D durante el embarazo por encima de los niveles requeridos en mujeres no-embarazadas.” Esta conclusión es extraña, no sólo debido a que muchas de las madres en este estudio deben haber tenido niveles de vitamina D por debajo del promedio, sino porque dicho promedio por sí mismo era ya deficiente. Sin embargo, el Instituto determinó que la ingesta diaria recomendada debía ser de 200 UI.33
Así, en 2003, el Comité de la Academia Americana de Pediatría y su Sección de Lactancia hicieron una declaración cambiando la indicación de consumir 400 UI —mantenida por la Academia durante 40 años— en favor de adoptar las recomendaciones del Instituto de Medicina (de 200 UI).34
En la segunda parte de dicha declaración, la Academia recomendó a las madres evitar la exposición de sus hijos al sol, vestirlo en ropas protectoras y cubrirlos con bloqueador solar. En la última parte de su declaración hicieron énfasis en el hecho de que la leche materna es deficiente en vitamina D —sin mencionar que es justamente la baja ingesta de vitamina D durante el embarazo y la lactancia (recomendada por ellos mismos) lo que ocasiona niveles bajos de vitamina D en la leche materna.
La Fundación Weston A. Price recomienda 2000 UI diarias de vitamina D durante el embarazo (obtenidas en las dos cdtas de aceite de hígado de bacalao recomendadas), además de pequeñas cantidades adicionales a partir de la grasa de peces, mariscos, mantequilla y manteca de cerdo. A pesar de no existir estudios que evalúen directamente el uso de estas dosis durante el embarazo, un estudio llevado a cabo en Finlandia entre 1966 y 1997, en alrededor de 10 000 infantes, demostró que la suplementación directa de 2000 UI diarias de vitamina D en el primer año de vida erradicaron casi por completo el riesgo de contraer diabetes de tipo 1 en los siguientes 30 años de vida.35
VITAMINA K
En comparación con las vitaminas A y D, se sabe muy poco sobre el rol de la vitamina K en el desarrollo del embrión y del feto. La enzima necesaria para utilizar a la vitamina K en la activación de las proteínas-dependientes-de-vitamina K aparece primero en el tejido óseo y nervioso del embrión.36 Dos proteínas dependientes de la vitamina K, las proteínas B-GLA y M-GLA, están presentes en el primer trimestre.37 Estas proteínas ayudan a fijar las sales de calcio en el tejido óseo y a mantener el calcio fuera de los tejidos suaves (donde no debe estar).
En 1997, hubo un caso de consumo de Warfarina durante el embarazo —la Warfarina es un medicamento que induce a la deficiencia de vitamina K para interrumpir el mecanismo normal de coagulación de la sangre— que produjo la calcificación del cartílago del septum (al centro de la estructura nasal) en el feto durante los primeros estadios del desarrollo de la cara; al nacer, su nariz era un tocón. La recién nacida también tenía hoyos y placas en la espina dorsal, requería de oxígeno debido al estrés respiratorio, y a los veinte meses de nacida era cuadriplégica.37
La vitamina K2 se transporta a través de la placenta a mayores tasas que la vitamina K138. Cuando las madres reciben inyecciones de vitamina K2, esta se acumula rápidamente en la placenta para ser liberada progresivamente hacia el feto.39 La vitamina K1 se encuentra en hojas verdes, mientras que la vitamina K2 se encuentra en grasas animales de ganado (alimentado de pastos) y en alimentos fermentados —especialmente en el natto, el hígado de ganzo, el queso y, en menor medida, en la mantequilla y las yemas de huevo.40
DHA
Un feto, un infante y un adulto, tienen todos la capacidad de convertir el ácido graso Omega-3 ALA de los aceites vegetales —Ácido alfa linolénico— en DHA (Ácido docosahexaenoico); sin embargo, a toda edad y en todo estadio del desarrollo, la tasa de dicha conversión es menor al uno por ciento. El DHA parece ser necesario para la formación de neuronas y para la síntesis de fosfatidilserina —un lípido importante para el cerebro—. También es el precursor de un compuesto importante que protege a las neuronas cuando son atacadas por el estrés oxidativo. El feto se abastece de DHA de la madre y lo incorpora en su cerebro en cantidades diez veces mayores de las que podría sintetizar. 41 El DHA puede ser obtenido por la madre de fuentes primarias con el consumo de aceite de hígado de bacalao y pescados oleosos, y en cantidades menores con el consumo de grasa de animales de pastoreo.
ACEITE DE HÍGADO DE BACALAO
La mejor fuente de DHA y de las vitaminas A y D es el aceite de hígado de bacalao. El aceite de hígado de bacalao es también una buena fuente de otro ácido graso Omega-3: el ácido eicosapentaenoico (EPA). Muchos estudios han demostrado los beneficios de usar el aceite de hígado de bacalao durante el embarazo y la lactancia.42
Un estudio en humanos demostró que el uso de aceite de hígado de bacalao durante el embarazo y la lactancia incrementó el coeficiente intelectual para la edad de cuatro años. En este estudio el grupo control recibió la misma cantidad de vitaminas liposolubles que el grupo usando aceite de hígado de bacalao, de manera que los efectos parecen deberse en su mayoría al DHA.44 Un estudio en Noruega, demostró una asociación entre el uso de aceite de hígado de bacalao durante el embarazo y un 70 por ciento de reducción en el riesgo de diabetes tipo 1.45
La Fundación Weston A. Price recomienda la ingesta de 2 cdtas. diarias de aceite de hígado de bacalao para obtener 20 000 UI de vitamina A y 2000 UI de vitamina D durante el embarazo. Al mismo tiempo, el consumo de aceite de hígado de bacalao provee de 2 gramos diarios de ácidos grasos Omega 3 —la misma cantidad demostrada por un estudio como capaz de prevenir los partos prematuros.46
BIOTINA
La biotina es una parte del complejo de la vitamina B —nombrada también como “vitamina H”. Los investigadores han estudiado su rol en el embarazo por décadas, sin embargo, no ha sido sino hasta hace poco que han determinado una deficiencia marginal generalizada entre las mujeres embarazadas.
Muchos años atrás los investigadores registraron los niveles de biotina de 13 mujeres embarazadas en el curso de su embarazo, midiendo un marcador de deficiencia en su orina. Para las 13 mujeres, el marcador de deficiencia incrementó tanto durante el embarazo temprano como durante el embarazo tardío y, en nueve de ellas, incrementó por encima del límite superior. Sin embargo, las no mostraban ninguno de los síntomas comunes de deficiencia, como problemas de piel o depresión.47
La clara del huevo (especialmente cuando está cruda) contiene una glicoproteína llamada “avidina”, que se une a la biotina y previene su absorción en el intestino. En ratas embarazadas, una dieta con cinco por ciento de clara de huevo produjo una ligera deficiencia de biotina. La actividad de las enzimas dependientes de biotina declinó en un 10 por ciento en la madre, mientras que, en el feto, la actividad de estas encimas declinó hasta en un 50 por ciento. A pesar de que en la madre no hubo evidencia ni síntoma alguno de deficiencia, en sus hijos se incrementó el riesgo de padecer anomalías en las extremidades y en el paladar. Los efectos fueron totalmente revertidos cuando se incrementó la biotina en la dieta de la madre.47
Si bien no estamos seguros del efecto que puedan causar pequeñas deficiencias de biotina durante el embarazo en humanos, los resultados de estudios hechos en ratas ameritan optar por el aumento de la ingesta de biotina durante el embarazo. Aunque la mayoría de alimentos contienen biotina en alguna cantidad, para ingerir cantidades significativas debemos consumir hígado y yemas de huevo (ver Figura 4).48
Cocer las claras de huevo neutraliza el efecto de la avidina casi por completo. Freír el huevo elimina el efecto de la avidina en un 67 por ciento, hervir el huevo por dos minutos 60 por ciento, y escalfarlos 29 por ciento.49 Por lo tanto, el consumo de las claras de huevo crudas debe evitarse estrictamente, y las claras de huevo cocidas deben ser consumidas en moderación —y nunca sin la yema. Añadir yemas de huevo a los batidos y/o helados de crema ayudará a fortalecer los niveles de biotina.
FOLATO
Es probable que el folato sea la vitamina cuyo rol en el embarazo ha sido más estudiado y mejor entendido: se sabe que es necesario para la producción de ADN, y la producción de ADN es necesaria para la producción de nuevas células. El crecimiento del feto significa constante división celular; para esto la madre debe aumentar su producción de nuevas células rojas y así ser capaz de suministrar mayor cantidad de sangre —actividades que demandan una gran cantidad de folato.50
Una ingesta adecuada de folato previene defectos del tubo neural (generadores de defectos en el cerebro y en la médula espinal), y logra un peso adecuado al nacer. También tiene un rol en la prevención de abortos espontáneos, retardo mental y malformaciones en la boca, la cara y el corazón.50
La ingesta diaria recomendada para el folato es de 600 microgramos (mcg) diarios. Esta cifra se basa en la cantidad necesaria para prevenir la disminución en la concentración de folato en las células rojas de la madre y en los marcadores de orina que indican la cantidad de folato que normalmente es usada.51 Se ha determinado que nuestra absorción intestinal es aproximadamente sólo la mitad de la cantidad de folato contenida en los alimentos, y considerarse, además, que la tasa de absorción de folato es dependiente de los niveles de zinc.
El “ácido fólico” sintético es un compuesto químico que no se encuentra de manera natural en los alimentos o en el cuerpo humano, sin embargo, sí puede ser convertido en formas de folato que el cuerpo humano puede aprovechar —aunque sólo de forma parcial. En un estudio se demostró que su conversión está limitada a 200 microgramos por dosis en personas sanas;52 pudiendo ser menor en algunas personas, o disminuir con el tiempo. Dado que los suplementos sintéticos sí cumplen con prevenir los defectos del tubo neural, las mujeres embarazadas deberían usarlos cuando no pueden consumir dietas ricas en folato. Sin embargo, siempre que sea posible, es mejor optar por la obtención de folato a través de los alimentos. Los alimentos ricos en folato incluyen hígado, legumbres y vegetales de hojas verdes (ver Cuadro 4 y Cuadro 6).
COLINA
La colina tiene un rol particularmente importante en la formación de neuronas colinérgicas (neuronas que usan el neurotransmisor acetilcolina), lo cual ocurre a partir del día 56 del embarazo y a lo largo de los tres primeros meses luego del parto, así como en la formación de las conexiones entre dichas neuronas, denominadas sinapsis, cuyo pico se da a lo largo de los cuatro primeros años de vida.53
Cuando ratas fueron alimentadas tres veces al día con el requerimiento normal de colina durante el embarazo, su descendencia demostró tener sistemas nerviosos sobresalientes: su memoria visoespacial y auditiva era superior en un 30 por ciento; envejecieron sin desarrollar ningún síntoma de senilidad; eran capaces de protegerse ante los ataques de neurotoxinas, y tuvieron una habilidad extraordinaria de enfocarse en varias cosas al mismo tiempo.53
La ingesta diaria recomendada (IDR) para mujeres no embarazadas es 425 miligramos (mg). La IDR para mujeres embarazadas es 450 mg, sólo 25 mg más. El incremento responde a la cantidad típica que se transfiere al feto y se acumula en él.54 Sin embargo, estudios en ratas sugieren que una cantidad de dos a tres veces mayor sería capaz de proporcionar beneficios más duraderos. La colina se obtiene de la dieta a partir del hígado, las yemas de huevo y lácteos de alta calidad; puede ser obtenida, en menor cantidad, de carnes, crucíferos, nueces y legumbres (ver Cuadro 5 y Cuadro 6).
GLICINA
El consumo del aminoácido glicina es esencial durante el embarazo. Si bien en condiciones normales somos capaces de fabricar lo suficiente para cubrir nuestras necesidades básicas, debemos cubrir las necesidades adicionales del embarazo a través de los alimentos. La cantidad de glicina disponible es el factor que limita la síntesis de proteínas en el feto, por tanto, es un factor limitante del crecimiento fetal en general.55
El feto puede obtener glicina de dos fuentes: de la placenta (la placenta transporta glicina desde la sangre de la madre) y sintetizándola a partir del aminoácido serina (proceso en el cual utiliza folato). La madre obtiene glicina principalmente de alimentos ricos en glicina como la piel y los huesos.56
El cuerpo utiliza glicina durante el proceso de desintoxicar al cuerpo de excedentes de metionina. Los huevos y la carne son las principales fuentes de metionina: a la vez que son alimentos con un alto contenido de proteínas, la metionina constituye un gran porcentaje de su contenido proteico (ver Cuadro 7).56 Por tanto, es importante que una madre en gestación nivele su consumo de huevos y carne con su consumo de piel y huesos (ricos en glicina) e hígado, legumbres y hojas verdes (ricos en folato).
LA TEORÍA DEL ORIGEN FETAL DE LAS ENFERMEDADES
La comunidad científica demuestra creciente interés en lo que se denomina la “teoría del origen fetal de las enfermedades”. Esta teoría postula que el ambiente nutricional que se presenta en el útero afecta no sólo el riesgo de la aparición de defectos evidentes al momento del nacimiento, sino también de enfermedades crónicas degenerativas que pueden aparecer a lo largo de toda la vida.
Weston Price presentó una versión inicial de esta teoría en los años 1930s y 1940s. En Nutrition and Physical Degeneration, por ejemplo, propuso que el incremento en el riesgo de contraer tuberculosis estaba determinado en gran parte por la deformación de la cavidad del pecho que empezaba a tomar forma en el útero y que se daba de forma paralela a la deformación del arco dental que causa el apiñamiento de los dientes. También demostró una asociación entre las deformidades del arco dental y el comportamiento delincuente, así como entre las deformidades del arco dental y el retraso mental en los niños. Hubo un caso en que Price provocó el desarrollo físico y mental en un adolescente (física y mentalmente subdesarrollado para su edad) ampliando quirúrgicamente su hueso maxilar para estimular su glándula pituitaria. El hueso maxilar es el hueso superior de la mandíbula, uno de los huesos del tercio medio de la cara, el cual Price siempre observó subdesarrollado entre las personas que habían crecido alimentadas con comida industrial.57
La teoría del origen fetal de las enfermedades (descrita en mayor detalle en el Anexo 3) resalta que el peso al nacer está determinado en parte por la nutrición en las etapas de embrión y de feto, y que a su vez el bajo peso al nacer está asociado con un incremento del riesgo de enfermedad coronaria, derrame, alta presión sanguínea, diabetes y enfermedades del riñón. Para explicar estas observaciones, la teoría propone que los déficits nutricionales durante el embarazo originan cambios en el crecimiento y desarrollo de los órganos internos, que a su vez afectan el riesgo permanente de contraer enfermedades degenerativas. Dado que la mala nutrición durante el embarazo puede resultar en menor peso al nacer, se origina la asociación indirecta entre el peso al nacer y el riesgo de contraer enfermedades degenerativas.58
De acuerdo con estos estudios, el peso ideal al nacer parece ser entre 8.5 y 9.5 libras —sin incluir a los bebés prematuros—59 La teoría no sugiere que el riesgo de enfermedades esté afectado sólo por la tasa de crecimiento dentro del útero, sino simplemente que el ambiente nutricional durante este periodo contribuye con dicho riesgo.
NUTRICIÓN PARA EL CRECIMIENTO DEL FETO
La genética tiene poco o nada que ver con el peso al nacer. Un estudio de 1995 examinó 62 casos de embarazos con óvulos donados. El peso al nacer no tuvo relación con el peso de la donante, con el peso al nacer de la donante, o con el peso al nacer de los otros hijos de la donante; por otro lado, sí tuvo relación con el peso de la persona que mantuvo el embarazo. 61 Este estudio demuestra que el peso al nacer está determinado por el ambiente del útero antes que por el genoma presente al momento de la concepción.
Una ingesta diaria de proteína de origen animal por debajo de 25 gramos durante la última etapa del embarazo y una ingesta diaria de carbohidratos por encima de 265 gramos durante el inicio del embarazo están asociadas con una disminución en el peso al nacer. Una baja ingesta de proteína animal en relación a la ingesta de carbohidratos también está asociada con un incremento de la presión sanguínea a la edad de cuarenta años.62 Para conseguir las cantidades de glicina necesarias para el crecimiento, la proteína de la carne y los huevos debería ser balanceada con el consumo abundante de hígado, piel, caldos de huesos, legumbres y vegetales verdes.
El uso de aceite de hígado de bacalao está asociado de manera independiente con el peso al nacer.43 Siete de cada doce ensayos han demostrado que la suplementación con ácido fólico incrementa el peso al nacer.50 La deficiencia de hierro compromete al crecimiento fetal.46 y una deficiencia grave de cualquier vitamina o mineral probablemente hace lo mismo.
En general, el rol que tienen las vitaminas y minerales en lograr un crecimiento adecuado del feto está poco estudiado y cabe esperar que sea mucho más importante de lo que la poca literatura que tenemos disponible sugiere.
CALIDAD, NO CANTIDAD
Si bien cuantificar el crecimiento es útil, el factor determinante en la evaluación del riesgo de contraer enfermedades es la calidad de crecimiento. La colina, por ejemplo, puede brindar beneficios extraordinarios al desarrollo del sistema nervioso sin tener mucho efecto en la circunferencia de la cabeza, y la vitamina A puede asegurarnos un correcto funcionamiento de los riñones sin tener un efecto visible en el tamaño de la cintura o el torso.
Es necesario preparar al útero humano para plantar en él la semilla de nuestra vida. Una ingesta generosa de todos los nutrientes —en especial de las vitaminas lipo-solubles, los ácidos grasos esenciales, la biotina, el folato, la colina y la glicina— hará posible que los úteros tengan lo necesario para que la vida se desarrolle fuerte y vigorosa en ellos, y es el primer paso hacia una vida larga y saludable en el futuro.
Cuadros
CUADRO 1. NUTRIENTES IMPORTANTES EN LOS HUEVOS DE PESCADO
Contenido nutricional en 100 g (% en relación a la dosis diaria recomendada en el embarazo) | |
Colesterol | 588 mg |
Vitamina B12 | 20 mcg (770%) |
Colina | 491 mc (109 %) |
Selenio | 65.5 mcg (109 %) |
Calcio | 275 mg (28%) |
Magnesio | 300 mg (83%) |
EPA (Omega-3) | 2741 mg |
DHA (Omega-3) | 3801 mg |
Omega-3 Total | 6789 mg (485%) |
Vitamina A | 905 UI (35%) |
Vitamina D | 232 UI (116%) |
CUADRO 2. COMPARACIÓN ENTRE LA LECHE COMERCIAL EN ESTADOS UNIDOS (AÑO 1970) Y LA LECHE DE LOS MAASAI EN LAS TEMPORADAS HÚMEDAS Y SECAS EN EL DISTRITO DE NAROK EN KENYA
Nutriente | Leche comercial de EE.UU (1970) | Leche Maasai – Época seca | Leche Maasai – Época húmeda |
Grasa | 3.8 g/100 mL | 6.5 g/100 mL | 10.4 g/100 mL |
Colesterol | 11 mg/100 mL | 16.4 mg/100 mL | 24.2 mg/100 mL |
Fosfolípidos | 21 mg/100 mL | 78 mg/100 mL | 109 mg/100 mL |
Azúcares | 4.9 g/100 mL | 3.4 g/100mL | 3.4 g/100 mL |
CUADRO 3. CONTENIDO DE BIOTINA EN LOS ALIMENTOS
Alimento | Contenido de biotina (mcg) |
Hígado (3 onzas) | 27 |
1 yema de huevo | 25 |
Levadura de panadero (1 paquete) | 14 |
Pan de grano entero (integral) (1 rebanada) | 6 |
Queso (1 onza) | 2-6 |
Palta (1) | 6 |
Salmón (3 onzas) | 4 |
Pollo (3 onzas) | 3 |
Cerdo (3 onzas) | 2 |
Alcachofa (mediana) | 2 |
Frambuesa (1 taza) | 2 |
CUADRO 4. ALIMENTOS PARA ALCANZAR LA IDR DE FOLATO
La ingesta diaria recomendada (IDR) de folato en el embarazo puede ser alcanzado con el consumo de alguno de los siguientes alimentos, en la cantidad indicada (considerar el volumen del alimento luego de ser haber sido cocido):
Hígado de pollo | 3.7 onzas |
Hígado de ternera | 2.8 – 6.4 onzas |
Hígado de res | 8.2 onzas |
Lentejas | 1.7 tazas |
Otras legumbres | 2-3 tazas |
Espinaca | 2.3 tazas |
Espárragos | 2.3 tazas |
Betarragas | 4.4 tazas |
La mayoría de hojas verdes | 3-6 tazas |
CUADRO 5. ALIMENTOS PARA ALCANZAR LA IDR DE COLINA
La ingesta diaria recomendada (IDR) para la colina durante el embarazo puede ser alcanzada con el consumo de alguno de los siguientes alimentos en la cantidad indicada:
Yemas de huevo | 3.5 unidades |
Hígado de res | 3.8 onzas |
Hígado de pollo | 5.5 onzas |
Germen de trigo | 10.6 onzas |
Tocino | 13 onzas |
Carne de res | 1.25 libras |
Bacalao, salmón o langostinos | 1.4 libras |
Pollo | 1.5 libras |
Crucíferas, nueces o legumbres | 2.2 libras |
CUADRO 6. COMIDAS Y ENTREMECES RICOS EN FOLATO Y COLINA
Para ambos nutrientes, cualquier combinación de 3 comidas y un entremés, así como la mayoría de combinaciones de 3 comidas, excederá la IDR en el embarazo. El folato en la leche cruda está acompañado por una proteína que duplica su absorción. La absorción de folato de la comida, en general, depende de los niveles que tengamos de zinc. La leche de alta calidad puede ser de 3 a 5 veces más rica en colina.
Comida | Folato mcg (%IDR) | Colina mg (% IDR) |
3 huevos | 71 | 378 |
2 tostadas de trigo integral | 43 | 24 |
8 onzas de leche | 12 | 35 |
Total | 126 (21%) | 437 (97%) |
1/4 taza de lentejas secas | 80 | 23 |
1/2 taza de cebolla picada | 15 | 5 |
1 zanahoria mediana | 12 | 5 |
1/2 taza de brocoli | 84 | 31 |
8 onzas de leche | 12 | 35 |
Total | 203 (34%) | 99 (22%) |
100 g salmón | 29 | 66 |
1 taza de espárrago | 268 | 47 |
1 papa | 14 | 23 |
8 onzas de leche | 12 | 35 |
Total | 323 (54%) | 171 (38%) |
100 g de hígado de res | 253 | 426 |
3 onzas de tocino | ~ | 35 |
1taza de cebolla | 30 | 10 |
1 papa | 14 | 23 |
8 onzas de leche | 12 | 35 |
OPCIONES SIN GLUTEN Y SIN CASEÍNA | ||
3 huevos en tortilla | 71 | 378 |
1/2 cebolla picada | 15 | 5 |
1/2 taza de tomate | 14 | 6 |
1/2 taza de brócoli | 84 | 31 |
4 onzas de tocino | ~ | 47 |
1 papa | 14 | 23 |
Total | 198 (33%) | 490 (109%) |
100 g hígado de pollo | 560 | 327 |
1/2 taza de arroz integral cocido | 4 | 9 |
1 taza espinacas cocidas | 263 | 36 |
Total | 827 (138%) | 372 (83%) |
BATIDO | ||
3 yemas de huevo | 75 | 348 |
1 plátano | 24 | 12 |
8 onzas de leche | 12 | 35 |
Total | 111 (19%) | 395 (88%) |
CUADRO 7. PORCENTAJE DE METIONINA DE LA INGESTA TOTAL DE PROTEÍNA
Los alimentos de origen animal tienen un mayor porcentaje de su contenido total de proteína en forma de metionina que los alimentos de origen vegetal. Asimismo, aunque no se muestra en el presente cuadro, también contiene mucha más proteína por unidad de peso o volumen. Por tanto, las principales fuentes de metionina son, por tanto, los huevos y la carne.
% Met en alimentos de origen animal | % Met en alimentos de origen vegetal | ||
Tocino | 2.3 | Almendras | 0.8 |
Carne molida | 2.5 | Lentejas | 0.8 |
Pollo | 2.8 | Tofú | 1.3 |
Huevos | 3 | Avellanas | 1.9 |
Anexos
ANEXO 1. ¿LA CANTIDAD DE VITAMINA A RECOMENDADA EN EL EMBARAZO ES LA CORRECTA?
La ingesta diaria recomendada (IDR) de vitamina A para las mujeres embarazadas es tan sólo de 2600 UI —sólo 300 UI más que la IDR para mujeres fuera del embarazo. Para llegar a esa cifra, los científicos del Institute of Medicine hicieron los siguientes cálculos: primero, determinaron la cantidad de vitamina A depositada en los hígados de fetos que habían sido abortados de manera espontánea o inducida, entre las 37 a 40 semanas, a partir de reportes previos; en segundo lugar, duplicaron la cifra asumiendo que la cantidad de vitamina A en el hígado del feto es la mitad de la cantidad de vitamina A en todo el cuerpo del feto y, finalmente, dividieron esa cantidad entre el número de días en el último trimestre, durante el cual se presume que la vitamina A se acumula.20
Existen razones para sugerir que esto es un error: dado que fueron fetos abortados, no tenemos idea del estado de salud que aquellas personas tendrían en el futuro —su agudeza visual, su capacidad auditiva, su inteligencia, sus características faciales y dentales, su salud reproductiva, o sus años de vida— por tanto, no se puede tomar sus valores de vitamina A como un modelo. Además, la función de la vitamina A no es estar almacenada sino ser usada; el feto no almacena vitamina A para usarla después de su nacimiento, sino que está usándola en la regulación de todo lo relacionado a su crecimiento y desarrollo. Y si bien el Institute of Medicine reconoce que estos datos han sido usados debido a la ausencia de datos mejores, es importante enfatizar lo poco que estos datos dicen en realidad.
ANEXO 2. VITAMINA A Y DEFECTOS DE NACIMIENTO
La popular afirmación de que una ingesta de vitamina A de alrededor de 10 000 UI diarias podría incrementar el riesgo de defectos de nacimiento tiene sus raíces en un artículo publicado en el año 1955 por un grupo de investigadores liderados por el Dr. Kenneth Rothman de la Universidad de Boston.21 Los investigadores hicieron el seguimiento de 23000 mujeres durante su embarazo y encontraron que las mujeres que consumían más de 10000 UI de vitamina A durante el primer trimestre dieron a luz a niños con un riesgo 2.4 veces mayor de tener defectos de nacimiento y con un riesgo 4.8 veces mayor de tener defectos de nacimiento cráneo-neural-crestales (un grupo de defectos bastante amplio cuya clasificación es controversial). Entre las 188 mujeres que consumieron dicha cantidad de vitamina A a partir de los alimentos, hubo un incremento del 80 por ciento en el riesgo de defectos de nacimiento totales, y el doble de riesgo de defectos cráneo-neuro-crestales. Sin embargo, debido a la poca cantidad de mujeres consumiendo vitamina A sólo de alimentos, los investigadores no pudieron distinguir claramente el origen de la aparición de defectos.
Dicho estudio presenta un número de fallas que debemos considerar: la mayoría de la vitamina A procedía de multivitamínicos; los autores no hicieron distinción alguna entre las distintas fuentes alimenticias —considerando que la mayoría de vitamina A “en la comida” está en realidad en los cereales de desayuno fortificados—. Tres grupos de expertos escribieron a la revista cuestionando la clasificación hecha por los autores de defectos cráneo-neuro-crestales.22,23,24 Y quizás lo más importante: puede que los autores hayan subestimado la incidencia de ciertos tipos de defectos de nacimiento. Las tasas de defectos de nacimiento totales entre las 20000 mujeres consumiendo menos de 10000 UI de vitamina A fue sólo de 1.5 por ciento, en contraste con la tasa comúnmente aceptada de 3-4 por ciento. Por otro lado, la tasa de defectos entre las 3000 mujeres consumiendo más de 10000 UI de vitamina A fue de 3 por ciento —ubicada en el límite inferior del rango normal.24
La objeción más importante a este estudio es que se opone a todo el resto de la evidencia:
Un estudio anterior, llevado a cabo en el año 1990, en España, encontró, entre 25000 nacimientos, un riesgo 2.7 veces mayor de defectos de nacimiento para dosis diarias de vitamina A de aproximadamente 40000 UI en comparación con la no suplementación; sin embargo, dosis de vitaminas de 20000 UI, o de 20000 hasta 40000 UI, ambas significaron un riesgo 50 por ciento menor de defectos de nacimiento en comparación con la no suplementación.25
En el año 1996, un estudio encontró, entre 522 601 nacimientos, menores tasas de riesgos entre individuos nacidos de mujeres tomando suplementos mayores a 10000 UI de vitamina A, además de un multivitamínico, que entre aquellos nacidos de mujeres sin suplementación. No obstante, la asociación no pudo distinguirse completamente de los efectos del azar.26
En el año 1997, en un estudio de 1508 nacimientos, no se encontró evidencia que relacione la aparición de defectos de nacimiento con el uso de suplementos de vitamina A, el consumo de cereales fortificados, y el consumo de hígado y otros órganos.27
En el año 1999, un estudio prospectivo de 311 madres que consumieron entre 10000 y 300000 IU de vitamina A en el primer trimestre, y un grupo de tamaño similar que no se suplementó con vitamina A, no halló relación alguna entre el incremento de la dosis y el incremento de la aparición de defectos de nacimiento. La dosis promedio fue de 50000 UI. El grupo tuvo un riesgo 50 por ciento menor de malformaciones mayores que aquellos que no se suplementaron, y no hubo malformaciones mayores en los nacidos de madres con un consumo mayore de 50 000 UI.
Queda clara la preponderancia de evidencia que indica que el consumo de suplementos de vitamina A en cantidades de entre 20000 y 25000 UI durante el embarazo es segura y es efectiva en la reducción del riesgo de aparición de defectos de nacimiento.63
ANEXO 3. LA TEORÍA DEL ORIGEN FETAL DE LAS ENFERMEDADES
El investigador británico David J. Barker fue el primero en proponer la teoría del origen fetal de las enfermedades en los años 1980s para explicar una paradoja desconcertante: a medida que Gran Bretaña prosperaba económicamente, también aumentaba la incidencia de enfermedad coronaria y, sin embargo, geográficamente, la mayor incidencia de enfermedad coronaria se encontraba en las zonas más pobres del país. Barker encontró asociaciones geográficas entre la incidencia de enfermedad coronaria en adultos y la mortalidad infantil, mas no entre dicha incidencia y el consumo de cigarro o el consumo de grasas. Si bien en el curso del último siglo la mortalidad infantil había disminuido mientras que la prosperidad económica había incrementado, ambos sucesos tenían un desfase temporal de más de 50 años del que nadie hacía mención. La paradoja quedó resuelta, entonces, cuando Barker reconoció que la disminución en la mortalidad infantil había ocurrido luego de 50 años: había algo determinante en el riesgo de contraer enfermedades en el tiempo que bordeaba el nacimiento y no años después, cuando la enfermedad se manifestaba.58
Posteriormente, Barker y su equipo de investigadores estudiaron la ganancia de peso en personas nacidas entre 1911 y 1930 en Hertfordshire, Reino Unido. Esto les permitió hacer un estudio más profundo de dicha asociación a nivel de individuos. Los recién nacidos (a término) que tuvieron pesos al nacer de entre 8.5 y 9.5 libras, tuvieron un riesgo 45 por ciento menor de contraer enfermedades coronarias que aquellos cuyo peso era menor a 5.5 libras; de manera similar, su riesgo de infarto era menor, su riesgo de contraer resistencia a la insulina era casi 70 por ciento menor, y su presión sanguínea era ligeramente menor en la séptima década de vida. El riesgo declinó de forma progresiva e ininterrumpida entre las 5.5 y las 9.5 libras y empezó a incrementar a partir de ahí. Más adelante, otros investigadores encontraron tendencias parecidas en los Estados Unidos y en la zona sur de India.59
Los datos de la hambruna de tres meses que ocurrió en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial sugieren que tipos específicos de enfermedades están asociados con ventanas específicas de desarrollo durante el embarazo. Las mujeres que atravesaron la hambruna durante su primer trimestre de embarazo tuvieron hijos con un mayor riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares; aquellas que atravesaron la hambruna durante su segundo trimestre de embarazo tuvieron hijos con un mayor riesgo de padecer fallas renales; las mujeres expuestas durante su tercer trimestre tuvieron hijos con un riesgo incrementado de trastornos de la insulina.60
Aquellos a favor de la teoría del origen fetal de las enfermedades tienen varias explicaciones para la aparición de dichas asociaciones: la malnutrición podría alterar el desarrollo del páncreas, el cual secreta insulina, y del hígado, el cual secreta colesterol y proteínas que coagulan la sangre; el tejido muscular podría auto programarse para ser resistente a la insulina y así poder dar glucosa y amino ácidos al cerebro cuando las reservas de estos materiales son limitadas; el sobrecrecimiento del ventrículo izquierdo del corazón —que está independientemente asociado con la enfermedad cardiovascular— podría ocurrir en respuesta a la necesidad de proveer de mayores volúmenes de sangre al cerebro a expensas de la provisión destinada a otros tejidos.59
Así como Weston Price reconoció la asociación entre los defectos óseos que ocurrían debido a la malnutrición del feto y el riesgo de contraer enfermedades en la niñez y la adolescencia, los investigadores hoy han reconocido la asociación entre los defectos de los órganos internos que ocurren debido a la malnutrición del feto con el riesgo de contraer enfermedades en la adultez y la vejez.
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Este artículo forma parte de la revista trimestral de la Fundación Weston A. Price <Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts>, en la edición de Invierno de 2007.
ACERCA DE CHRISTOPHER MASTERJOHN
Chris Masterjohn es un investigador de ciencias biológicas, PhD en Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Connecticut. Pueden seguir su trabajo actual en www.chrismasterjohnphd.com
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Liliana Calderón says
Espectacular! gracias por esta maravillosa información